Shen Jiu sabia que solo debía de ser rápido, tomaba la misera fruta y se largaba. Pero su Qi-ge debió de arruinar todo metiéndose en su camino, y ahora ambos tienen unos muy oscuros moretones que no desaparecerán en un largo tiempo.
-No importa lo que pida, debes de seguir la corriente - esta vez no pudo evitar decirlo en un tono mas suave, mientras miraba fijamente a su tonto hermano mayor. -No importa que, mirame a los ojos y confía.
El ese entonces Yue Qingyuan no pudo entender del todo a A-jiu pero no cuestionaría sus ordenes ni en ese entonces, ni después...el confiaría.
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Una risa extasiada recorrió cada rincón del Huan Hua Palace, todos los demonios que lograron escucharla no pudieron evitar sentir una ola de alivio recorrer por todo su ser al saber que su señor estaba de un buen humor, aunque no supieran cual era la razón de este.
Por otro lado el Emperador Demonio no podía estar mas que satisfecho, los grandes e imponentes señores del pico acababan de condenar a su Shinxiong. Ya no era necesario en ir a pedir su mano en matrimonio como la tradición dictaba, ya que le entregaron a su shizun en bandeja de plata o debería de decir de... bambú.
Volvió a reír pero esta vez entre dientes, después de todo debía de apresurarse a recoger el esplendido obsequio que amablemente sus shibos y shigu le han dejado en el pico Qing Jing.
-Shizun, es hora de que tomes el lugar que te corresponde -.
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No recuerda en que momento fue que se durmió, lo había despertado el ya conocido sonido de su pico.
El viento susurrando, mientras que los tallos de bambú de su bosque se balanceaba lentamente y el sutil canto de los pájaros. Todavía estaba un poco aturdido por el sueño cuando por fin se dio cuenta de un pequeño detalle el cual muchos pensarían que es insignificante...¡¿Qué rayos estaba haciendo en su maldito pico?!.
Cuando los recuerdos de no hace mucho azotaron en su cabeza, en donde claramente el estaba discutiendo con su estúpido líder de secta en la sala de reuniones en el pico Qiong Ding, ¡Qiong Ding! no Qing Jing.
