Capítulo IV: Unas copas de más

115 41 174
                                    


Una oscuridad inmensa me envolvió por unos segundos, hasta que se encendió una luz y fue apuntada hacia mí.

Por dentro moría de vergüenza al ver que Jerónimo estaba acostado en su cama alumbrandome y mirándome como si estuviera loca.

Y si, lo estaba pero él no tenía por qué saberlo. Aunque a esas alturas, estaba segura de que ya había llegado a esa conclusión al verme en su habitación. Estaba usurpando su espacio y sin permiso, como una auténtica acosadora.

De manera automática cubrí mi cara con las manos al sentirme encandilada por la luz.

—¡Apaga eso! —chillé. 

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jerónimo mientras apagaba la linterna.

—Lo siento —expresé—. Es que las chicas me han empujado aquí, pero ya me iré —me giré hacia la puerta y antes de abrirla Jerónimo habló.

—¿Te encuentras bien?

—No —respondí—. Me siento un poco mareada ¿Puedo sentarme? —dije apuntando a la cama.

—Claro.
 
Me senté y cerré los ojos mientras todo me daba vuelta. No lo soportaba así que me acosté a su lado sin ser invitada, pero no me importaba lo que pensara para ser sincera. Solo necesitaba hacerlo un momento. 

—Si vas a hacer eso —carraspeó—, voy a vestirme, no me quedaré en ropa interior a tu lado.

—Como quieras —suspiré—. No me molesta —respondí sin importancia.

—De acuerdo —murmuró.

Me mantuve en silencio con los ojos cerrados, esperando que todo dejara de dar vueltas. Jerónimo tampoco dijo alguna palabra por un rato, pero podía sentir su respiración junto a mí.

—¿Sigues mareada? —preguntó.

—Solo un poco.

Me giré para poder mirarlo, entonces quedamos frente a frente, no podía verlo por la oscuridad de la habitación pero lo sentía demasiado cerca.

—¿Tienes frío? —cuestionó.

—Si, tengo un poco de frío —admití.

Se movió junto a mí y me cubrió con su manta.

—Gracias —sonreí aunque sabía que no podía verme.

—No me agradezcas.

—De acuerdo —respondí—. ¿Qué haces normalmente? —pregunté.

Mi cerebro intentaba entender por qué había hecho esa estúpida pregunta, podría haber dicho otra cosa, lo que fuera. 

—Entreno.

—¿Entrenas?

—Si, soy corredor de carreras — mencionó. 

—Oh, eso suena interesante—expresé sorprendida

Nunca lo hubiese imaginado realmente, era interesante. 

—¿Tienes cosquillas? —preguntó.

<<¿Quién en su sano juicio hace esas preguntas?>> pensé.

—Si, mucha. ¿Por qué preguntas?
—interesante— murmuró. 

Y no sé por qué, pero sentía que estaba sonriendo, aunque no lograba verlo. Entonces se acercó más a mí y comenzó a hacerme cosquillas el idiota.

—¡¡Por favor, no hagas eso, ya es suficiente!! —gritaba mientras reía a carcajadas y él también. 

—No quiero.

Una parte de Mi (Libro 1)Where stories live. Discover now