Capítulo IX: Amigos con derechos

77 29 90
                                    


Nuestros días en Río habían estado geniales. Cada mañana desayunábamos juntos reíamos y recordábamos anécdotas de nuestros días en la universidad.

Era algo que siempre solíamos hacer y nunca nos cansábamos de repetir anécdotas sobre nuestros momentos vividos como estudiantes. Tener tantos recuerdos era lo mejor de nuestra amistad de tantos años.  

Luego del desayuno realizabamos la actividad que nos tocaba según el querido itinerario de Sanem. Después pasábamos el resto del día en la playa o realizábamos algunas compras. Era un lugar maravilloso y realmente hermoso.

Por las noches cenábamos en el hotel o en algún restaurante cerca de la playa, bebíamos unas copas, reíamos cuando Thomas intentaba seducir a alguna mujer y lo rechazaban o lo aplaudimos de manera eufórica cuando caían con sus encantos.

Algo que no es difícil de hacer, ya que Thomas es un gran seductor y puede lograr que hagas lo que el quiera con solo una sonrisa. 

Mientras Thomas bailaba con una morena de curvas bastante interesantes, debo decir que era realmente hermosa esa mujer. Sanem los observaba atentamente con una expresión rara, sabía que no le gustaba para nada esa situación.

Esos dos eran realmente unos idiotas, los conocía desde hace muchos años y siempre sentí esa tensión sexual entre ellos solo que se pasaban todo el maldito tiempo fingiendo no verlo o eran realmente ciegos.

Hasta el momento no tenía intención de meter mis manos en el asunto, pero viendo que la situación no avanzaba decidí tomar medidas urgente. No tuve otra opción que adoptar el papel del famoso hombrecillo que lanza flechas de amor, mejor conocido como "cupido" y darles un pequeño empujón. 

Solo esperaba y rogaba a todos los santos del universo que funcionara lo que tenía en mente sinó optaría por encerrarlos en una habitación por una temporada, lo cuál no era mala idea tampoco. En realidad, no tenía un plan específico, solo una idea dando vueltas en mi cabeza.

La pondría en marcha y luego improvisaría. Solo esperaba que el universo me ayudara.

—Oye —agité mi mano frente a la cara de Sanem para llamar su atención.

—Lo siento, me distraje, ¿que decías?

—¿Qué tal una ronda de tequila?

—Claro que sí —respondió mientras sonreía.

—Primero iré por Thomas, ya regreso.

No dejé que respondiera y me puse de pie rápidamente hacia Thomas. Él reía mientras la mujer la cuál no sabía su nombre y tampoco me interesaba saberlo, le hablaba al oído.

Cuando llegué a ellos, toqué el brazo de Thomas para llamar su atención.

—Nix —expresó sorprendido—. ¿Sucede algo?

No solía ser alguien que interrumpiera sus momentos de conquista pero en ese momento era necesario.   

—No, solo nos preguntábamos si te interesaba una ronda de tequila con nosotras —señalé la mesa donde se encontraba Sanem—, tus amigas.

—Lo siento pero él está ocupado en este momento, pueden tomar su tequila solas —habló la señorita tomándolo del brazo.

—¿Disculpa? —levanté una ceja hacia ella—. No te preguntaba a ti idiota. 

—¿Me llamaste idiota?

—Además de idiota, ¿eres sorda acaso ? —respondí acercándome a ella.

—Tranquila —Thomas me tomó de la cintura y me colocó junto a él.

—¿Te irás con esta? —preguntó la idiota a mi amigo. 

Una parte de Mi (Libro 1)Where stories live. Discover now