Capítulo XXVIII: Amelia

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Al día siguiente de mi tercera borrachera frente a Jerónimo tenía ganas de encerrarme en mi habitación por siempre, pero debía ir a trabajar lamentablemente. 

Aún intentaba buscar en mis recuerdos que mierda había sucedido, no era normal que me emborrachara rápidamente, generalmente tenía mucha tolerancia al alcohol, demasiada diría yo. Sin embargo, últimamente era como si la hubiera perdido, como si no existiera. 

Me sentía rara, como si tuviera un presentimiento de que algo malo estaba a punto de suceder. Mi intuición lo sentía, pero no quería volverme paranoica, por ello debía dejar de pensar en esas cosas. 

Debería terminar el trabajo y reunirme con Thomas y Sanem quiénes curiosamente estaban muy silenciosos últimamente. 

Tomé mi móvil para ver la hora y me levanté rápidamente de la cama al ver que llegaría tarde. Me dirigí al cuarto de baño, tomé una ducha rápida, me vestí y salí de mi habitación. Maldije al ver que no tendría tiempo de desayunar, aunque mi estómago no lo soportaría en ese momento.

Llegué a la oficina intentando recuperar el aliento después de subir corriendo las escaleras, dejé mi bolso en el sofá y me senté en la silla frente a mi escritorio, dispuesta a comenzar a trabajar pero algo me faltaba, lo más importante, mi laptop.

—Mierda... —la olvidé en el apartamento —que idiota, ¿que haré ahora?

Tomé mí móvil y llamé a Renata, ella me ayudaría y la traería aquí.

—Hola mejor amiga, ¿cómo te encuentras?

—Mal, muy mal.

—¿Sucedió algo más que tu borrachera? —preguntó preocupada.

—Ni me lo recuerdes, olvidé mi ordenador en el apartamento.

—¿Necesitas que te lo lleve? — sonreí, sabía que ella no me fallaría.

—Serías la mejor.

—Bien, haré lo posible. Te veo luego.

No cabía duda de que tenía a la mejor amiga de todo el maldito mundo.

—Gracias, te amo.

—Si, si, si, también yo.

Terminé la llamada y solo me quedé observando el móvil como idiota, Jerónimo no había enviado ningún mensaje ni nada, lo que era raro en él.

Mi móvil volvió a sonar con una llamada, vi el nombre en la pantalla y respondí, tenía tiempo para hablar con tranquilidad. Al menos hasta que tuviera mí ordenador en mis manos.

❀❀❀

Hablaba con Micaela cuando unos golpes se escucharon en la puerta.

—Adelante —me expresé, creyendo que era Renata.

La puerta de mí oficina se abrió y me sorprendí al reconocer a la persona que entraba, me puse de pie rápidamente.
 
—Micaela, hablamos luego —expresé.

—Claro, no te estreses— respondió mi amiga.

—Haré lo posible, adiós.

—Adiós.

Colgué y observé a la mujer frente a mi, rodee el escritorio y me acerque a ella.

—¡Señora Amelia! —vociferé emocionada y la abracé.

—¿Que te he dicho niña? Soy abuela para ti —sonreí por ello.

—Lo siento abuela Amelia.

—¿Como estas cielo?

Una parte de Mi (Libro 1)Where stories live. Discover now