Capítulo XXXV: Familia

23 9 23
                                    


Me sentía completamente agotada, solo quería que el dolor se detuviera de una maldita vez, solo eso deseaba, no exigía mucho.

Chris continuaba abrazándome mientras lloraba, estaba cansada de llorar realmente. Pero no lograba evitarlo por más que quisiera, me resultaba completamente imposible.  

—¿Qué sucede?

La voz de mi madre hizo que me apartara de mi hermano para notar que se encontraba detrás de él observándonos preocupada, sin entender nada. Su mirada viajaba de mi hermano hacia mí, su rostro se veía consternado y preocupado, tal vez estaba intentando sacar sus propias conclusiones sobre lo que sucedía.
 
—Mamá —habló Chris.

—¿Por qué llora tu hermana? — preguntó mi madre.

—Deberías preguntarle a ella —suspiró.

—¿Qué sucede cariño? —preguntó mamá preocupada acercándose a mi.

—Mamá, yo... yo —tomé una bocanada de aire—. Tenías razón mamá —logré decir y volví a romper en llanto. 

Solo al decir esas palabras mi madre entendió absolutamente todo y me estrechó en sus brazos rápidamente.

—Oh... cariño, lo siento mucho.

—Soy una idiota, debí haberte escuchado, debí hacerlo —sollocé.

—No cariño, no eres idiota —suspiró—. Todo sucede por algo—limpió mis lágrimas suavemente. —Ven, vamos a beber un té, necesitas tranquilizarte.

—Aún... yo, yo debo terminar de llevar mis cosas a mi habitación —tartamudee. 

—No te preocupes hermanita, yo me encargo.

Solo asentí en respuesta y la seguí, mientras Chris continuaba bajando todas mis cosas del auto.

—Siéntate cariño —me senté en el sofá de la sala de estar mientras intentaba no llorar—. Prepararé té, ya regreso.

Solo asentí en respuesta, suspiré cansada y coloqué mis manos sobre mi rostro.

A los minutos mi madre regresó con dos tazas de té y se sentó a mi lado.

—Toma cariño —sonrió.

Tomé la taza en mis manos y solo me quedé observándola sin beber.

—Cuéntame que sucedió.

—Yo..  —carraspee—, debí creerte, debí escucharte, soy una idiota. Ella estaba con él, durmiendo con él, en su cama, juntos —vociferé.

—Con ella, ¿te refieres a Renata? —interrogó mi madre intentando entenderme.

Asentí.

—¿Y él? ¿el joven del que me hablaste? —preguntó.

Volví a asentir.

—Lo siento cariño —tomó mi mano suavemente.

—Fue mi culpa —murmuré.

No podía dejar de repetir esas palabras, no lograba dejar de sentirme culpable por algo que no había hecho.

—Claro que no —dictaminó.

—Si lo fue, debí verlo, debí darme cuenta.

—Cielo —tomó mi mentón suavemente para que la mirara—No fue tu culpa, no vuelvas a repetirlo. Tú solo confiaste en las personas equivocadas, solo eso.

—Me encariñe y confié muy rápido, ese fue mi gran error —cerré mis ojos—. Duele, duele mucho mamá.

Expresé llevando una mano a mi corazón. 

—Lo sé cariño, seguirá doliendo pero no será para siempre y recuerda que siempre llega algo mejor.

Dejé mi taza en la pequeña mesa frente a mi y coloqué mi cabeza en el regazo de mi madre,  mientras ella comenzaba a peinar mi cabello con sus manos provocando que cierre mis ojos. 

Estar junto a mi familia ayudaba a tranquilizarme solo un poco. 

—No puedo verte así —abrí mis ojos y me encontré con Chris de rodillas frente a mi—. ¿Cómo lo supiste hermanita?

—Me enviaron un texto anónimo y fui a comprobar si realmente era verdad —pronuncié a media voz.

—Y lo era —murmuró mi hermano—. Dime que golpeaste al idiota, si no lo haré yo.

Negué.

—Solo a ella —balbuceé.
— Esa es mi hermana —expresó Chris orgulloso con una sonrisa en su rostro.

—Christopher —reprendió mamá.

—Se lo merecía mamá —dijo mi hermano.

—La violencia no es la manera de solucionar los problemas —replicó.

Estaba al tanto de ello, no era el modo de solucionar esa mierda, pero en ese momento me cegué de rabia y acabé perdiendo la poca cordura que habitaba en mí.

—Lo sé mamá, me cegué por la ira—hablé—. Necesito dormir —murmuré.

—De acuerdo cielo —expresó mamá.

Intenté ponerme de pie pero no lo logré, me sentía débil, destruida, vacía y sin fuerzas, hecha polvo.

—Ven hermanita, te ayudo.

Chris me tomó en sus brazos cargándome hacia mi habitación con mamá siguiendo nuestros paso.

Me colocó suavemente en la cama y besó mi frente tiernamente, mientras mamá me quitaba las botas y luego me cubría con las cobijas. Ambos salieron de mi habitación dejándome sola y en silencio, las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas nuevamente pero todo lo que había sucedido me había dejado tan agotada que en unos minutos caí rendida en profundo sueño.

❀❀❀

Aún era de noche cuando desperté, no tenía la menor idea de que hora era pero no logré volver a dormir. No sabía cuantas horas había pasado durmiendo pero aun así continuaba sintiendo sueño. 

Suspiré y me puse de pie pesadamente, tomé mi móvil junto con los cascos y caminé hacia el balcón de mi habitación arrastrando mis pies en el proceso, caminaba como un alma en pena. 

Abrí la puerta y el frío me dio de lleno en el rostro pero no me importó,  me senté en mi pequeño sofá, me coloqué los cascos y comencé a escuchar música. Aún continúo sin comprender porque los seres humanos cuando estabamos tristes oíamos canciones más tristes para deprimirnos aun más. 

Definitivamente eramos unos malditos masoquistas.

Elegí una playlist aleatoria y Amor ordinario,  comenzó a sonar, cerré mis ojos al oír la letra. Definitivamente me identificaba, empecé a cantarla, siguiendo la letra, pronunciando cada palabra angustiosamente, sintiendo el latido débil de mi pobre corazón.

Las lágrimas luchaban por salir pero yo intentaba retenerlas, haciendo mi mejor esfuerzo.

Había terminado de cantar cuando alguien tocó mi hombro de una manera suave. No me asusté porque sabia que se trataba de mi hermano.

Se colocó en cuclillas delante de mí y sin decirme nada me abrazó y fue en ese instante cuando dejé salir todas las lágrimas que aún quedaban dentro de mí, soltando todo el dolor que sentía al saber que ellos, las personas en las que confiaba y quería se habían llevado una parte de mí.

Mis lagrimas caían como un torrencial sobre mis mejillas, si no fuera por los brazos de mi hermano habría caido al suelo.

—Solo quiero que deje de doler —sollocé—. Ya no quiero sentir, no quiero llorar.

—Llora todo lo que necesites hermanita.

—Duele mucho Chris —gimoteé.

—Lo sé, Sophie —murmuró—.  Daría lo que sea por cesar ese dolor pero no puedo, pero si puedo estar aquí contigo a tu lado hermanita.

Comencé a llorar aun más deshaciéndome en lágrimas con sus palabras, no entendía como es que todavía seguía habiendo lagrimas en mi cuerpo.

Pero necesitaba soltar todo lo que dolía, lo que sentía de alguna manera. 

Una parte de Mi (Libro 1)Where stories live. Discover now