Capitulo XXXVII: Felices

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Conducía perdida en mis pensamientos, mientras oía música de fondo hacía el trabajo. Había decidido regresar y continuar con mi rutina diaria normalmente. Ocupando mi mente en mis amigos, mi familia y mi trabajo.

El cielo se encontraba cubierto de un color gris, según las noticias  llovería, después de tanto tiempo sin lluvia no estaría mal que lloviera un poco.

Me detuve en un semáforo en rojo y mientras observaba a mi alrededor, noté que algunas gotas comenzaron a caer sobre el parabrisas. Sin embargo, no sé si fue una señal del universo o de lo que fuera, en ese momento dos personas cruzaron por el paso peatón frente a mí, sonriendo felices, tomados de la mano como toda una pareja feliz y enamorada.

Caminaron frente a mí como si fuera una clase de película en cámara lenta, ellos, juntos, felices. Sin ninguna preocupación, como si no hubieran causado tanto daño en mí.

Habían transcurrido dos meses desde la última vez que los vi, dos meses donde cada noche intentaba cerrar un poco mis heridas, donde intentaba sanar, pero en mi proceso no entraba la idea de volver a verlos.

Renata y Jerónimo continuaron su camino, mientras me mantuve observando sin perderlos de vista. Sin embargo el sonido de un claxon hizo que quitara mi vista de ellos.

El semáforo estaba en verde por lo que me dispuse a avanzar luego de reaccionar mediante insultos y bocinas de los demás conductores. 

Tomé con demasiada fuerza el volante de mi auto, notando mis nudillos blancos. Subí aún más el volumen del altavoz para que solo pudiera escuchar música. Como si de alguna manera pudiera acallar mis pensamientos.

Intentaba con todas mis fuerzas no llorar, no dejar caer ni una lagrima por ellos. Me había prometido a mi misma no volver a desmoronarme por ellos, ni por nadie. Pero no lograba hacerlo. Mi vista comenzó  a nublarse, mis ojos se llenaron de lágrimas.

Pese a ello, me obligué a  concentrarme en el camino, solo quedaban unas pocas calles para llegar a mi trabajo.

Me detuve en el estacionamiento fuera del edificio y la lluvia comenzó a caer torrencialmente sobre el auto, apagué el motor.

Estaba asfixiandome, comencé a hiperventilar nerviosa.
Necesitaba calmarme antes de entrar a mi oficina.

La lluvia, mis lágrimas, volver a verlos a ambos felices, una canción triste de fondo, parecía una película donde la protagonista luchaba por ser fuerte. Pero yo no era la protagonista de una película, ni siquiera de mi propia historia. Solo era una simple espectadora con un corazón partido en mil pedazos.

Comencé a cantar siguiendo la letra de una canción que conocía a la perfección. Aunque al hacerlo, al pronunciar cada palabra, sentía que me rompía todavía más y comenzaron a brotar lágrimas.

Subí el volumen de la música y cerré los ojos. Only love can hurt like this, era la canción perfecta para el momento más triste, donde las grietas de mi corazón volvían a abrirse y a doler. 

—¡Maldita sea! ¡mierda! ¡mierda! —comencé a golpear el volante—.¿Por qué? ¿por qué a mí?
¡Lo odio, la odio, me odio por ser tan estúpida! —seguí golpeando el volante más fuerte pero rápidamente me detuve al sentir dolor.

—Mierda, joder... —comencé a intentar mover mi mano pero no lo lograba.

Maldecía el momento en que había conocido a esas personas.

Limpié mis lagrimas con la otra mano, apagué la música, tomé mi bolso y bajé del auto aunque aún continuara lloviendo. 

Avancé con pasos apresurados hacia el edificio tratando de cubrirme un poco con mi abrigo, pero cuando estaba a punto de llegar a la puerta choqué con alguien, con un hombre.

Una parte de Mi (Libro 1)Where stories live. Discover now