Capítulo XII: Preguntas

50 14 30
                                    


Mientras preparaba la cena junto a Renata en su piso, bebíamos vino blanco y conversábamos de nuestras vidas. Últimamente pasabamos mucho tiempo juntas, demasiado diría yo, pero me sentía cómoda junto a ella. Era como si nos conociéramos de toda la vida y eso me parecía increíble.

La últimas semanas había pasado más tiempo con Renata en su piso que en mi propia casa, la de mis padres quería decir. Algunas veces, solo paseando por la ciudad, yendo de compras, haciendo noche de películas o pintando nuestras uñas y muchas cosas más.

Obviamente no pretendía relatar todas las actividades que realizaba día a día o el momento dónde me encontraba trabajando. Eso sería aburrido y tedioso, aunque amaba mi trabajo. Por lo tanto solo relataba momentos importantes como este.

Tampoco pretendía que creyeran que era una alcohólica porque siempre estaba bebiendo algo. Solo disfrutaba de beber y pasar el rato con mis amigos claramente. En fin, ¿dónde estaba?... Ah si, conversábamos mientras preparábamos la cena, entre comillas diría. Porque yo me encargaba de cocinar mientras Renata me observaba sentada con una copa en su mano.

No me molestaba cocinar. Al contrario, me gustaba hacerlo. A demás no quería alardear pero siempre fui una buena cocinera. 

—¿Y cómo avanza todo con tu sexy corredor? —interrogó Renata. 

—Hasta el momento solo he estado intercambiando algunos mensajes con él, nada fuera de lo normal —respondí encogiéndome de hombros.

Nuestros mensajes con Jerónimo se resumían a solo escribirnos textos de buenos días, de buenas noches, con preguntas como... ¿qué haces? O ¿qué tal tu día? También cosas sin sentido como, ¿por qué tengo que trabajar? Quiero vivir mi vida sin tener que despertar temprano pero bueno, si no trabajo no tendré dinero y si no tengo dinero no podré hacer nada. 

—¿No te ha pedido una cita aún? —preguntó Renata curiosa.

—Aún no amiga.

Si, me sentía algo decepcionada por ello. Desde ese texto que había enviado diciendo que deseaba verme no volvimos a hablar sobre el tema.

—Cuando menos lo esperes, lo hará.

—Tal vez —suspiré—, no lo sé.

—Lo hará, estoy super segura—sonrió—. Sabes...

Renata comenzó a mover sus manos nerviosa, había llegado a reconocer algunos de sus movimientos en el tiempo que habíamos compartido. Sabía que quería o pretendía decirme algo pero no lograba imaginar porqué temía hacerlo. 

—Dime.

—Yo... —comenzó a hablar—, he estado pensando en nosotras, sé que nos conocemos de poco tiempo, pero siento que te conozco de toda mi vida.

—También yo Ren —sonreí. 

—Sólo déjame continuar.

Solo asentí en respuesta.

—Y solo si tu quieres, me agradaría mucho que... —cerró un momento sus ojos y volvió a hablar—, que vivieras aquí conmigo. 

—Espera, ¿qué? —hablé sorprendida por sus palabras.

¿Acababa de pedirme que viviera con ella? ¿Juntas?
Eso si que no me lo esperaba, me sorprendió.

—Tengo un piso enorme para mi sola y hay una habitación extra.

—¿Realmente quieres que viva aquí contigo? —me senté frente a ella. 

—Sería increíble Sophie.

—No lo sé —respondí no muy segura. 

—Oye tranquila —expresó tomando mi mano—, no tienes que responder en este instante. Pero piénsalo, no cambiaría mucho la situación si ya pasas mucho tiempo aquí que en tu casa.

Me quedé observándola en silencio, pensando en lo que dijo. Era una idea increíble y arriesgada al mismo tiempo. Era verdad que pasábamos mucho tiempo juntas y no cambiaría mucho la situación pero no estaba segura de hacer ese cambio en mi vida.

No estaba completamente segura de si será buena idea, era algo arriesgado. Podría salir jodidamente mal o jodidamente bien. Pero podría pensarlo un poco, solo un poco.

—Lo pensaré Ren —suspiré—. Solo dame tiempo, ¿si?

—Claro que si amiga —sonrió—, pero no tardes mucho por favor.

—Eres realmente ansiosa —respondí con una sonrisa.

—Lo sé, igual me amas.

—Por supuesto aunque estés algo loca.

—Igual que tu.

Si realmente ambas estábamos completamente locas.

—De acuerdo, la cena esta lista, puedes poner los platos —expresé.

—Si señora —se puso de pie y comenzó a preparar todo para cenar.

❀❀❀

Cuando terminamos de cenar, Renata se dispuso a lavar la vajilla, mientras yo respondía algunos correos.

—¿Te gustaría darme una mano con unos diseños? —interrogó Renata llamando mi atención.

—¿Me pides ayuda a mi? —expresé sorprendida—. Pero si tú eres la diseñadora aquí, a mí puedes preguntarme de momias, tumbas, faraones o de pueblos antiguos. Aunque no creo que eso sea de tu interés.

—Por supuesto que eso no me interesa —arrugó la frente—. Pero quiero tu opinión amiga tienes buen gusto y sabes de moda. 

—Si tu lo dices, te ayudaré.

—¡Eres la mejor! —expresó alegre—. Pero antes pondré algo de música y abriré otra botella.

—De acuerdo amiga. 

—Amo esta canción.

La canción que eligió comenzó a escucharse en los altavoces y Renata comenzó a cantar.

Dicen que tengo mala fama, que me enamoro por la noche y se me pasa a la mañana...

Intenté contener la carcajada que estaba atorada en mi garganta, no quería soltarla pero no pude evitar reír de su entusiasmo y lo desafinada de cantaba. Estaba completamente loca pero era una amiga increíble. Me alegraba haberme encontrado con ella. 

Pasamos el resto de la noche realizando diseños para la nueva temporada, con música de fondo. Renata preguntaba mi opinión sobre todo, detalles, colores, cortes, largo y demás cosas.

Ella era realmente increíble en lo que hacía, prestaba atención a todo lo que decía sin importar que yo no era una profesional del tema e intercambiábamos algunas ideas.

Una parte de Mi (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora