Capítulo XXXIII: Dolor

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No había logrado pegar un ojo en toda la noche, los rayos  del sol que entraban a través de las cortinas anunciaban que ya había amanecido. Sin embargo, me mantuve en la misma posición observando como su luz iluminaba toda la habitación. 

No tenía ánimo para moverme y cambiar de posición, ni siquiera me molestaba que el sol estuviera dándome de lleno en la cara.
Que más daba...

Me sentía vacía, incompleta, como si una parte de mí, hubiese dejado de existir y no por la ausencia de dos personas que no valían la pena. Era otra cosa, algo más que había abandonado mi cuerpo.

Nunca había experimentado un dolor como el que estaba sintiendo en ese momento. Si, me habían lastimado una vez, pero esta, se sentía diferente.  Porque, el que alguien rompiera tu corazón, era jodidamente doloroso, realmente lo era.

Pero podía asegura que dolía más cuando venía de una persona en la que confiabas, a la que querías. Una persona a la que considerabas tu mejor amiga, tu hermana.

Fue un golpe duro para mí entrar a esa habitación y verlos juntos en esa cama, en la misma que yo había dormido muchas veces. 

Intentaba entender como es que no lo vi, me torturaba saber cuantas veces lo habían hecho en mis narices, sin que yo me diera cuenta.

Me sentía sucia, usada e incluso, estúpida. 

Me preguntaba si alguna vez ellos se arrepintieron o si se sintieron culpables de lo que hacían a mis espaldas.

Obviamente no, claro que no. 

Me hubiese gustado poder borrar mí memoria y eliminar todo lo que había vivido con ellos para siempre, poder hacer que ellos nunca hubieran existido en mi vida.

Pero no se podía.

Me encontraba sola, ya que Miranda se fue a su trabajo como de costumbre y me dejó en su apartamento con su gato. El cual increíblemente durmió sobre mí toda la noche mientras por momento se dedicaba a pasar su lengua áspera por mi mano.

Siempre había escuchado, que los animales podían sentir las emociones de los humanos, tal vez el gato era muy inteligente o bien vio la cara con la que entré a su hogar; o quizás era verdad que sentían las emociones. La cuestión era, que el gato fue mi compañía durante toda la noche.

Mi móvil comenzó a sonar anunciando una llamada, observé el nombre antes de responder.

—Hola —expreso sin ánimos. 

—¿Qué ha pasado? —preguntó preocupado.

—Ellos estaban juntos, se burlaron en mi cara todo el tiempo —pronuncié ahogando el nudo que sentía en mi garganta.

—¿Quienes? —preguntó sin entender.

—Jerónimo y Renata.

—¿Qué? —expresó desconcertado.

Podía imaginar como su mente comenzaba a trabajar tratando de entender la situación.

—Lo que oíste —suspiré.

 —Malditos hijos de perra, iré a matarlos Nix —expresó furioso.

—No hace falta Thomas.

—¿Donde estas?—lo oí suspirar a través de la línea.

—En casa de Miranda.

—¿Cómo lo descubriste? —interrogó.

Recordé el momento en que recibí ese mensaje anónimo.

Si esa persona que me envió el texto diciendo lo que ocurría a mis espalda, no me advertía, nunca hubiese descubierto la verdad, le debía mucho. Pero nunca iba a descubrir quien era.

Una parte de Mi (Libro 1)Where stories live. Discover now