Capítulo 2 | VP

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Anna atravesó la puerta de entrada cerca de las ocho de la noche

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Anna atravesó la puerta de entrada cerca de las ocho de la noche. A pesar de encantarle conducir, debía admitir que ciertos días eran duros, pero ese parecía ser el peor de todos. Más de cincuenta millones en Inglaterra, y debía subir a su taxi al príncipe Charles, su némesis personal. Se había autodenominado como la persona con menos suerte en Reino Unido, pero después del incidente con él, tal vez iba a necesitar ascenderse a ella misma. La persona con menos suerte en el mundo. Ese era más su estilo.

Se agitó el cabello dorado y lanzó las llaves del taxi sobre la mesa del recibidor. Si su mala suerte estaba aumentando, entonces el príncipe no tardaría en tomar represalias en su contra. Podría quitarle la casa, aunque no suponía un daño inmediato. Zowie estaba por mudarse con Peete y ella estaba a una mensualidad de conseguirse un departamento propio. Haría que perdiera su empleo o se desquitaría con su familia. Incluso Peete, el novio de Zowie, podría resultar embrollado en este lío ¿Pero por qué tenía que soltar la lengua? Zowie se lo permitía únicamente porque eran mejores amigas, ¿pero cómo pudo ocurrírsele que alguien más pensaría lo mismo del playboy británico? Como si no fuese suficiente con desprestigiarlo con cualquiera, su lengua insidiosa decidió retorcerse como una culebra frente al príncipe Charles. Lo peor de todo es que no pudo controlarlo. El pánico se apoderó de ella y de su boca. No podía parar de hablar, aunque quisiera.

―¿Anna?

Giró la cabeza en torno a la voz. Zowie estaba sentada sobre los sillones blancos, con las piernas cruzadas mientras terminaba de sellar una caja de la mudanza con cinta adhesiva.

―Hoy sí que llegaste tarde ―dejó a un lado la cinta y se puso en pie―. ¿Tuviste problemas para recolectar la cuota del día?

Anna soltó un gruñido.

―He tenido mi peor día.

―Oh, Anna, pero siempre tienes tu peor día.

―Lo sé, pero este de verdad ha sido mi peor día.

―¿Un nuevo acosador?

―No.

―Porque recuerdo al último sujeto que tuvo una obsesión rarísima con las taxistas ¿Coleccionaba Barbies, no es así?

―¿Así de plástica te parezco?

―Es que el sujeto era aterrador. Vistió una de esas muñecas exactamente igual a ti.

―Si no te callas, voy a tumbarte los dientes.

―Esas amenazas no me asustan desde los nueve. Deberías saberlo.

Anna puso los ojos en blanco.

―Dime qué compraste para cenar ―caminó hacia la sala y se desplomó sobre el mueble―. Tuve que saltarme el almuerzo para cubrir la cuota.

―No compré. Peete me la envió del restaurante. Es pasta penne.

―¿A caso Peete no te da suficiente?

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora