Capítulo veinticinco | VO

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Charles tuvo que sostenerse de la mesa para no vomitar, pero tuvo que controlar el impulso. Volvió a erguir su cuerpo con dificultad, pero al notar que no podría sostenerse por mucho tiempo tomó asiento y continuó observando el video extraído de las cámaras de seguridad. Era la tercera vez que lo veía y aún le causaba una inmensa agonía. En él, se ve a un hombre alto vestido como enfermero junto a la cama de Anna. Le está hablando.

Espero que me disculpes por lo de hace rato. No es personal.

Charles se rasca la barbilla. Le temblaban las manos.

Es solo que alguien quiere evitar que sigas respirando.

Debe tratarse del mismo hombre que ocasionó el accidente.

El hombre dijo unas palabras más antes de introducir la mano en su bolsillo y sacar lo que parecía una aguja, una inyección. Se inclinó hacia ella, pero en ese instante la puerta se abrió. Una enfermera entró a la habitación y se dirigió hacia el hombre.

No deberías estar aquí, muchacho ¿Qué no te llegó el memo? Solo tenemos permitido la entrada dos enfermeras y yo.

Él la miró. Musitó un escalofriante "Claro" antes de sacar un arma del pantalón y dispararla. Charles vio, otra vez, el cuerpo de la enfermera precipitarse hasta el suelo. Luego solo se marcha, como si no encontrara allí lo que fue a comprar en primer lugar.

Maldijo para sus adentros. No había nada allí que pudiera servir para identificarlo. No era un amateur, era un experto. Pero algo debería llevar hasta él, lo que sea.

Miró hacia Christopher, que se situaba junto a la pantalla, implorándole que arrojara un poco de luz.

―Tenemos más información, mucha más, de la que teníamos anoche.

Extendió una fotografía frente a él.

―Ella es Verónica Johann. Cincuenta y cuatro años, trabaja en este hospital desde hace veintidós años. Tiene dos hijos, ambos mayores. Es una de las mejores enfermeras que ha tenido el hospital.

¿Por qué me da esta información?, se preguntó. La mujer estaba muerta.

―Es un testigo potencial, Su Excelencia ―dijo Christopher. Charles frunció el ceño, confundido, por lo que decidió explicarle con más detalle―. Verónica no está muerta, señor. Está en un coma, pero está viva.

Charles sintió que la cabeza comenzaba a darle vueltas.

―Pero la vi cubierta por una sábana ¿Qué no hacen eso con los recién fallecidos?

―Creemos que el asesino aún estaba en el hospital. Se supone que había asesinado a la única persona que lo vio claramente. Trasladamos a la mujer por el hospital como si hubiese fallecido. Piénselo, Excelencia. Si cree que está muerta...

―Ella no podría delatarlo ―concluyó él―. Eso es brillante. Pasar a la mujer frente a sus narices, hacerle creer que está muerta, así de este modo no intentará rematar al único testigo que tenemos ―Charles se frotó la frente―. Dios permita que esa mujer consiga recuperarse.

Christopher volvió a poner un par de fotografías sobre la mesa. La foto de la izquierda mostraba al hombre y a la segunda un aumento al nombre bordado en su blusa médica.

―¿Oliver? ―preguntó esperanzado―. ¿Es ese su nombre?

―Me temo que no. El hospital tiene a un Oliver McFly registrado como empleado. Enfermero hace seis años. Lo encontraron sin vida en el almacén de limpieza, por lo que suponemos lo ha hecho para acceder al hospital en su nombre.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora