Capítulo cincuenta y tres | VO

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Hola, los extrañé 😭😭 por fin pude escribir 😭😭 lo necesitaba demasiado. Afortunadamente esta semana termino el semestre (viernes para ser precisa). No olviden añadir Coffee Break a su biblioteca. Ahí siemore aviso cuando será el capítulo, o por qué no puedo actualizar, e incluso publico adelantos. Es mucho más fácil publicar esas notas allí que por aquí. Lo pueden encontrar en mi perfil :)

PD: perdonen los errores, no he editado el capítulo. Casi son las dos de la mañana y me muero del sueño.

¡Bye! Lof you all ❤

La Galería Joan Toussaint era un edificio de cuatro plantas con un diseño arquitectónico francés muy marcado. Parte del mismo estaba decorado con brillantes luces blancas que a Charles le hacía recordar la época navideña. En las puertas dobles de la entraba se encontraba una muy guapa mujer con el cabello castaño recogido en un elegante peinado que utilizaba un largo vestido verde montaña. Anna disimuló una mueca de desagrado. Aunque amaba el campo y el hermoso color de las montañas, odiaba ver ese color en la ropa.

―Bienvenue ―les dijo la mujer, obsequiándoles lo que aparentaba ser una sonrisa de bienvenida.

Anna se inclinó un poco hacia él.

―¿Nos está dando la bienvenida, verdad?

―Sí.

―¿Cómo puedo pedirle que no sea tan francesa y hable mi idioma?

―Compórtate.

―¿Qué te hace pensar que no lo estoy haciendo?

Él le obsequió una fugaz mirada antes de enfrascarse en una conversación con la mujer. Anna se sintió increíblemente perdida, pero se descubrió a sí misma sonriendo como tonta, maravillada por la fluidez con la que él podía hablar un perfecto francés.

Charles asintió una única vez. Después, tiró de la pequeña mano de Anna para conducirla al interior.

―¿Qué tanto te dijo ella y qué tanto le dijiste tú? ―inquirió Anna, con la vista concentrada por completo en él.

Charles puso los ojos en blanco.

―Le pedí su número de teléfono y la talla de su ropa interior ―dejó escapar un resoplido―. ¿De qué crees que hablaría con ella? Compré nuestros boletos por internet y estaba asegurándose de que nos encontráramos en la lista.

―Yo no la vi mirando la supuesta lista.

Él se detuvo para mirarla fijamente.

―¿Ataque de celos? ¿Aquí, ahora?

La gente pasaba a su alrededor como si ellos no se encontraran allí. Anna llevó su mano libre hasta la nuca y se aplicó un rápido masaje.

―No son celos ―respondió―, pero no actúes como si no debiera preocuparme.

Él inclinó la cabeza un poco hacia la derecha.

―Es porque no tienes que hacerlo.

―Oh, sí, claro que tengo que hacerlo ¿O a caso crees que soy la única mujer que tiene ojos?

―Los hombres también los tenemos.

―No, tonto. Digo, sí, los tienen. A lo que me refiero es que no soy la única mujer capaz de encontrarte atractivo.

―No sé si tomarlo como un insulto o como un halago.

―Así que, mientras exista una mujer que te encuentre guapo, yo siempre deberé preocuparme.

―¿Ya terminaste? Porque tu pequeño ataque de celos te está haciendo ver más sexi y no dejo de pensar en lo que traes debajo del vestido.

―¡Cállate! ―gruñó ella, moviendo la cabeza de un lado a otro para asegurarse que nadie los estuviese escuchando―. Estamos en público, así que compórtate.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora