Capítulo 44 | Borrador SP

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Los resultados de los estudios y los análisis llegaron a las manos de Anna muy tarde en la noche, cuando Charles ya estaba profundamente dormido y su familia se había ido al hotel

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Los resultados de los estudios y los análisis llegaron a las manos de Anna muy tarde en la noche, cuando Charles ya estaba profundamente dormido y su familia se había ido al hotel. Fue muy difícil convencerlos de que se marcharan una vez que notaron el golpe en su boca. Después de diez minutos, aceptaron irse a descansar. Abraham decidió quedarse. Se marchó diez minutos atrás para comprarle algo de comer.

Habló con el médico en el pasillo cercano a cuidados intensivos mientras tomaba un poco de café y comía unas galletas de vainilla, lo único que había ingerido en horas.

―Yo diría que lo más difícil ha pasado ―el médico miró los papeles que tenía en la mano―. Aún necesitamos tenerlo bajo observación, pero no considero necesario que permanezca en cuidados intensivos.

―Pero su herida sigue abierta.

―Es porque sigue inflamada. Se revisará la herida en la mañana y dependiendo de cómo la encontremos, se decidirá cuánto tiempo más permanecerá en cuidados intensivos.

―No quisiera cuestionar su trabajo, pero él fue operado y toda la cosa ¿No es muy pronto para subirlo a una habitación?

―Una vez que esté en condiciones de realizarle una sutura, la herida no será un problema. Le ha ayudado mucho el calibre, la velocidad y la distancia en que se produjo el disparo. Si sigue al pie de la letra todas las indicaciones, tendrá una pronta recuperación.

Anna torció la boca.

―Bueno, gracias. Lo veré en la mañana.

El médico la miró durante unos segundos antes de hablar.

―Deberían irse a descansar. Es el consejo que le damos a todos los familiares. Este proceso no solo agota al paciente. Mientras esté en cuidados intensivos, no hay mucho que pueda hacer.

―Puedo hacerle compañía, y eso es suficiente para nosotros.

―Señorita, considero que lo mejor sería permitirle al paciente descansar. Usted tiene el derecho a permanecer con él en cuidados intensivos, pero no toda la noche.

―En ese caso me quedaré aquí y esperaré a la mañana.

El médico asintió y se despidió realizando una pequeña reverencia. Anna lo miró marcharse con los ojos entrecerrados, un poco extrañada e incómoda por aquel gesto. Decidió dejarlo pasar, y como un intento por aliviar el dolor de cabeza, comenzó a frotarse la sien. El estómago también le estaba doliendo. Tenía hambre. Ya había olvidado cuantas horas llevaba sin comer.

Abraham apareció por el pasillo cinco minutos después que Anna se sentara en el piso. Le tendió la comida y se acomodó junto a ella.

―Una papa asada con queso y tocino muy molido ―él sonrió―. Cómetelo todo o enfureceré.

―A mí no me obligas a comer, ¿entendido? Además, tengo hambre. Lo haré sin problema.

Abraham la observó comer sin pronunciar una palabra. Comía con ganas, masticando lentamente para disfrutar del sabor de la comida, como siempre hacía. Por esa parte podía estar tranquilo.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora