Capítulo veintiocho | VO

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Anna ha tenido la misma pesadilla tres días seguidos y siempre era la misma. Era una recreación del día del accidente, como si su mente quisiera obligarla a recordar algo. Despertaba hiperventilando y transpirando, con el corazón a punto de salírsele del pecho y la boca seca. Al caer sentada sobre la cama, se cubría la boca con ambas manos para no levantar a Charles. No tenía sentido ponerlo en alerta y preocuparlo, no cuando él comenzaba a creer realmente que ella estaba mejor. Y lo estaba, al menos físicamente. Pero emocionalmente dependía de un hilo.

No podía sacarse de la mente aquel hombre disparando con toda la intención de asesinarla.

Apartó las manos de su boca para tomar una profunda bocanada de aire. Estiró la cabeza hacia un lado y lo vio dormir. Esa sensación de ocultarle algo no le resultaba agradable, ¿pero qué ganaba con preocuparlo? El pobre ya lidiaba con mucho: su padre, la regencia, ella. No necesitaba agregar sus pesadillas. No mientras pudiera lidiar con ellas por su cuenta.

Sacó los pies de la cama lentamente, cuidando no emitir algún sonido que lo despierte. Rodeó la cama y tomó su celular. Las cuatro de la mañana.

Sale de la habitación con éxito. Desbloquea el teléfono y busca entre sus contactos a Christopher.

―Su Excelencia ―responde él a los pocos segundos.

―Mm, soy Anna, Christopher. Lo lamento, ¿te desperté?

―No, señora. Estaba revisando unas cosas ¿Le puedo ayudar en algo?

―Sí, bueno. Eso creo ¿Crees que podrías venir?

―¿Ha sucedido algo? ―el hombre parecía preocupado.

―No, yo solo quiero...discutir unas cosas. Si pudieras venir y entrar sin ser visto te lo agradecería. Quiero que esto quede entre nosotros.

―Con todo respeto, señora, ¿me está pidiendo que mantenga en secreto nuestra charla ante el rey y su hijo?

―Algo ―suspira―. Sí. Al menos mientras hablemos. Por favor.

―Puedo prometerle que mi visita será secreta si lo que usted me diga no involucra a la familia real.

―Bueno, está bien. Te esperaré en el estudio de Charles ¿Sabes cómo llegar a la propiedad?

―La visité antes de distribuir la seguridad.

Por supuesto, pensó ella. Es el jefe de seguridad.

―Te esperaré aquí entonces.

Al finalizar la llamada, Anna bajó hasta la cocina para preparar té. Se frotó los brazos para protegerse del frío. Un pantalón y camisa de mangas largas no parecía ser suficiente. Tanteó con las manos la pared para encontrar el interruptor.

Cuando encendió la luz, Anna se presionó la boca con ambas manos para contener el grito. Le temblaba todo el cuerpo, pero, cuando enfocó bien los ojos, comenzó a relajarse. Era solo su reflejo en el refrigerador.

Recostó la espalda contra la pared y se llevó las manos al pecho. Permaneció allí, de pie, lo suficiente para calmarse. Después, se movió por la cocina para preparar el té.

Pone a hervir el agua mientras busca la tetera y el té.

Al girarse, aferra la tetera con fuerza para no dejarla caer.

―¡Abraham! ―chilla―. Voy a tener que ponerte un cascabel.

Su hermano solo le sonríe divertido, mientras se acomoda la camiseta.

―¿Qué haces despierta a las dos de la mañana, Anna? ―alcanza torpemente una de las sillas de madera y de desploma sobre ella con cuidado―. Son ideas mías ¿o últimamente sufres mucho de insomnio?

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora