Capítulo 12 | VP

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Abrió la puerta del departamento con el teléfono pegado a la oreja

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Abrió la puerta del departamento con el teléfono pegado a la oreja.

―Ya te dije que aún no lo abro ―sosteniendo la puerta con su mano libre, dio empujones a la caja en el suelo con el pie izquierdo―. Por cierto, no necesitaba que me enviaran tantas cosas, pero gracias.

―¡Tonterías! ―musitó su hermana―. Es tu primer departamento. Sabemos cuánto te costó obtenerlo. Pero bueno, ¡ya abre mi paquete!

―Mira, Alice, ¡te dije que te esperes!

―No pesa tanto como para tardarte un siglo en meterlo al departamento.

Anna se apartó del teléfono y le hizo un par de muecas, agradecida de que no la tenía en frente. Cerró la puerta de un portazo, dejó el teléfono sobre la mesa con el altavoz activado y tomando la caja con ambas manos, la subió a la superficie de madera.

―Sé que Abraham te envió algo, ¿qué fue? El desgraciado no quiso decirme ¿Es algo pervertido?

―Me envió preservativos ―abrió uno de los compartimientos y tomó el cuchillo―. Creo que se le olvidó que no llevo lo mismo que él entre las piernas.

―Parece que no quiere sobrinos.

―De mi parte no tendrá nada.

―Abre mi paquete.

Clavó la mirada en el teléfono, deseando tenerla en frente para estrangularla.

―Si tanta prisa tienes, la próxima vez ven tú misma con el maldito paquete abierto.

Rasgó la cinta adhesiva con el cuchillo. Quedando el contenido expuesto, Anna soltó una maldición.

―¿Tanto fastidiar para lencería y tacones?

―¡Sorpresa! ―gritó ella―. Para que lo estrenes cuando salgas de la soltería. Ya tienes todo. Empleo estable, departamento propio. Tienes los cimientos para construirte una buena vida. Ya es tiempo de que la pequeña Mawson le consiga alegría a ese cuerpo.

―Tengo por hermanos a un par de enfermos ―lanzó el cuchillo al fregadero―. Uno me regala preservativos y la otra lencería.

―No rechaces las posibilidades sin habértelo pensado bien antes. Llevas cinco años sola. Respetamos tu proceso y estamos contentos porque has cumplido tus metas de largo plazo. Ahora, tienes que centrarte en ser feliz. Sé que siempre quisiste una familia, es lo que muchos quieren. Deberías abrirte a la posibilidad de conocer a alguien, salir en una cita. Enamorarte, pues.

Anna tomó el teléfono y se lo llevó a la cama donde se desplomó. Por la prisa de la mañana, no le dio tiempo a tenderla. La sábana estaba rosando el suelo, así que tiró de ella y se la envolvió.

―No quiero tener citas.

―Decidida ¿A caso estás viéndote con alguien?

Con la mirada fija en el techo, Anna frunció el ceño. Habría querido contarle a su hermana sobre el desliz con Charles. Hablarlo con alguien le sentaría bien, pero ni siquiera se animaba con Zowie. Centró toda su energía en demostrar que lo ocurrido no le afectaba tanto como en los primeros días. Mentía para no evidenciar esa sensación insoportable que quedó con su despedida.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora