Capítulo cuarenta y ocho | VO

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Gray era solo matices de blanco y negro sobre aquella silla giratoria detrás de su escritorio. Aunque tenía los ojos fijos en el hombre sentado al otro lado del mueble de madera, en su mente solo había cabida para un único pensamiento: ¿Que coño estaba pasando aquí?

Agitándose el cabello, abrió la boca para absorber una gran bocanada de aire.

―Eres policía ―musitó, llevándose después la mano hasta la barbilla―. Tú... ¿Policía?

Carter inclinó la cabeza un poco antes de asentir.

―Pero...no lo entiendo ―masculló Gray―. Fuiste a prisión.

―No fue así ―respondió el.

―Tuve tu expediente en mis manos. Fuiste condenado a veinte años ―golpeó la superficie de madera con el puño―. ¡Ingresaste a la Prisión de Folwick el 17 de marzo del 2010! ¿Me dirás que es un documento falso?

―No, no es falso, pero no tiene validez. Es solo... ¿Cómo podría decírtelo? Bueno...es solo una fachada.

Gray soltó un resoplido.

―Así que en eso ha consistido tu vida: en fachadas.

Carter agitó los hombros despreocupadamente.

―Podría decirse ―respondió.

A Gray le comenzó ese molesto tic en el ojo derecho, y aquello solo le sucedía cuando estaba cabreado, realmente cabreado.

―¿Te divierte, imbécil? ―gruñó cuando lo vio sonreír―. Te patearé el culo si no me explicas ¡qué coño tienes tú que ver en toda esa mierda!

―¿Quieres la versión corta o la versión larga?

El tic en el ojo derecho de Gray comenzó a empeorar.

―Está bien ―habló Carter―. Creo que la versión larga es la adecuada.

―Habla ―gruñó, impaciente.

―Bien...bien. ¿Cómo comienzo a explicártelo?

Carter deslizó la lengua por el labio mientras adoptaba un gesto pensativo. Pasándose el pulgar por la barbilla, dijo:

―Mi verdadero nombre no es Carter Stevenfield ―se movió un poco en el asiento―. Me concedieron una nueva identidad después de la muerte de mis padres. Ambos trabajaban para la D.E.A.D. Son las siglas para «División Especial Anti Drogas».

―Debe haber sido el peor nombre que se les ocurrió.

―No buscaban un nombre tan sonoro como CSI o FBI. De hecho, necesitaban un nombre que no llamara la atención. D.E.A.D. parecía lo suficientemente tonto para pasar desapercibido.

―Sobretodo si consideras que es una agencia que pretende luchar contra las drogas.

―De hecho, va más allá. Pretendemos quebrar las organizaciones de contrabando, pero, con el tiempo, nos hemos ido encontrado con otras situaciones. Golpes de estado, secuestros, robo de identidad, trata humana. Cuando nos topamos con casos que sobrepasan nuestras fronteras, un nuevo equipo especializado se nos une. Pero lo primordial es mantener a la DEAD en completo anonimato.

―Así que se supone que no existen.

―Exactamente.

Gray cruza las manos sobre el escritorio.

―Entonces eres policía de una organización antidrogas y Carter Stevenfield es solo tu nueva identidad. No fuiste a prisión, pero tienes documentos que estipulan lo contrario.

Él se tomó una pausa.

―¿Por qué la nueva identidad? ―preguntó.

―Por mis padres, ya te lo dije. Eran policías y también trabajaban para la DEAD.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora