Capítulo 50 | Borrador SP

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El auto se detuvo frente a la casa, y Anna apenas podía controlar el impulso de bajarse y correr hacia el interior

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El auto se detuvo frente a la casa, y Anna apenas podía controlar el impulso de bajarse y correr hacia el interior. Charles estaba junto a ella con los ojos cerrados. Le costaba mantenerse despierto por culpa de los medicamentos.

El médico le había firmado el alta el día anterior. Decidieron pasar la noche en el hotel y volver a Westminster en la mañana después de desayunar.

Dos horas más tarde, ya estaban en London Dry.

―Charles ―lo llamó, agitando un poco su pierna izquierda―. Guapo, ya estamos en casa.

Abrió los ojos con lentitud y se los frotó con la mano izquierda. Un pequeño puchero se le formó en los labios. Anna sonrió como tonta. Parecía un niño.

―¿Ya llegamos? ¿Tan pronto?

―Dormiste todo el camino.

―¿De verdad?

―Sip.

―Mm.

Anna dejó de escucharlo. No supo por qué hasta que se dio cuenta de que Charles tenía los ojos cerrados otra vez.

―Este... ―le agitó la pierna―. Charles, ¿no preferirías dormir en la cama?

Él dio un pequeño salto en el asiento.

―Odio esos medicamentos ―gruñó―. ¿Cuántos días de tratamiento me quedan?

―Varios.

―¿Y no podría prescindir de ellos?

―No.

La puerta del lado derecho se abrió. Gray esperó junto al auto a que ambos bajaran. Tuvo que sostener a Charles del brazo para evitar que cayera.

―¿Seguro que lo que tomas es para el dolor? ¿Es legal? Pareces estar drogado ¿Tu novia psicópata no querrá abusar de ti?

―¡Te escuché! ―gritó Anna mientras bajaba del auto.

Charles le sonrió.

―Ya déjala en paz. Es a mí a quien le toca soportar su mal genio.

―¡También escuché eso! ―gruñó la aludida―. Yo bajaré las cosas. Gray, ¿puedes ayudarlo a llegar a la habitación?

―Está bien.

Unos pocos minutos más tarde, Charles se halló acomodado en su cama. Dejó escapar un largo suspiro de alivio.

―No hay nada como tu propia cama ―sonrió.

Descubrió a Gray de pie frente a la cama, con el ceño fruncido mientras observaba cada rincón de la habitación.

―Gray, ¿sucede algo? ―quiso saber Charles.

El aludido torció un poco la boca.

―No es nada. Solo que es más pequeña que tu habitación en Buckingham.

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora