Capítulo cincuenta y cinco | VO

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Un piso entero repleto de joyería no parecía suficiente para encontrar lo que buscaban. Se estaba haciendo cada vez más tarde, y como si el cansancio no fuera suficiente, Anna parecía ligeramente más quisquillosa que de costumbre.

―No es que quiera complicarlo ―musitó ella por cuarta vez―. He visto anillos bellísimos. Algunos son tan maravillosos que desearía comprarlos todos, pero nosotros debemos cumplir con un protocolo. No lo digo por mí, sino por ti, porque el Señor Perfecto no te dejará en paz.

―Mi boda no es un tema que al Primer Ministro le concierne.

―Pues díselo. Honestamente no lo soporto. Él tiene algo serio en contra tuya y en contra de lo que haces.

―Es solamente un político que...

―Un político que no quiere adaptarse a nuevas generaciones. Nuestro protocolo es uno de los más rígidos en las monarquías existentes, así como lo es nuestra política. Al parecer su deseo es que todo se mantenga exactamente igual.

―Eso no lo convierte en una mala persona.

―Oh, no, eso es justo lo que lo convierte en una. No se abre a las nuevas generaciones ni a una política un poco más de pueblo, que beneficien a los pobres y a los ricos por igual. El hombre no favorece el incremento al precario número de políticas públicas establecidas. Reino Unido sufrió de una carencia de viviendas desde el 1947 y todos los esfuerzos políticos por nivelar los números se convirtieron en un juego. Hace unos años leí un artículo de periódico donde se analizaba esa problemática social y recuerdo claramente la cita de un multimillonario: «Esto es una guerra de clases y es la mía la que va ganando». ¿Y te digo algo? El Señor Perfecto es el presidente del club de fans de los ricos. Él quiere que la clase adinerada gane. Es un nazi en contra de los pobres.

―¿Dices que el Primer Ministro estaría en contra de una monarquía neoliberalista?

―Por supuesto. Es un político rígido que no aprueba una balanza imparcial. No es por menospreciar la labor de tu abuelo, pero ciertamente fue tu padre quien empezó a impulsar este tipo de gobierno. Desde luego, sigue siendo un gobierno monárquico constitucional.

―No olvides parlamentario y unitario.

―Es difícil olvidarlo.

―¿Pero si recuerdas que el neoliberalismo es considerado más como una teoría, no es así? Además de que se ha considerado un fracaso.

―Charles, si el neoliberalismo fuera un fracaso, personas como la baronesa Tratcher de Kesteven no hubiesen luchado por su aplicación. Algunas teorías afirman que el ser humano es egoísta por naturaleza y yo le adjudico a tal egoísmo el supuesto fracaso del neoliberalismo. Todos quieren su pedazo del pastel. El que no pudo tenerlo, pues que se vaya al demonio. Es exactamente igual en la economía y en la política. Estoy segura de que es algo de lo que el Señor Perfecto está al tanto, pero como es del pequeño grupo que ya tiene su pedazo de pastel no le importa.

Charles dejó escapar una pequeña carcajada.

―Parece que alguien no se alejaba mucho de la enciclopedia cuando era más joven.

―No es por presumir, pero sí. Sé muchas cosas. Lástima que con los modales sea una mierda.

―Oh, ¿pero quién lo notaría?

―Los malos modales dejan un hedor espantoso que cualquiera los percibe.

―Con lo bella que estás esta noche, cualquier desplante o malos modales podría serte perdonado.

Anna lo golpeó en el hombro juguetonamente. Aprovechándola distraída, le estampó un rápido beso en la mejilla.

―¿Será que aún existe una forma de convencer a mi prometida para comprar los anillos de nuestra boda?

Un príncipe en apuros (PARTE 1 Y 2) - SLC | YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora