Peligro.

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[ Capítulo 18 ]




- ¡Tú! ¡¿Maldita perra, volviste a robar mis drogas?!

Gritó un hombre alto, de barba y ropa oscura, mientras pateaba a la mujer en el suelo. Ella tenia su cabello negro desordenado y sucio esparcido por la alfombra vieja, una aguja clavada en sus venas e inconsciente. Sus ojos perdidos y vacíos, saliva cayendo de su boca de sonrisa torcida y ojeras bajo sus ojos. Hermosa, pero muy demacrada.

- ¡¿Ahora cómo se supone que pagaré por ellas?! - le dio otra patada - ¡Eres una maldita zorra! Ni siquiera sirves para venderte ahora. ¡Puta! - la pateó de nuevo y chistó, al fin alejándose y yendo hacia una mesa para tomar y encender un cigarrillo - Debería matarte y sacarme un peso de encima - gruñó y caminó hacia una habitación, abriendo una puerta y sonriendo de medio lado - Lo único bueno que ha hecho esa zorra, eres tu.

Soltó el humo de su cigarrillo y caminó hacia una cama sucia y desordenada. Sobre ella yacía el cuerpo desnudo de un niño de seis o siete años. Su piel estaba llena de hematomas negros, morados, azules y rojos, quemaduras en sus brazos, muslos y pecho. Amarrado con una cuerda de pies y muñecas, como también con una mordaza apretada en su boca. Temblaba y jadeaba amortiguadamente. Su cabello negro y largo en el flequillo cubría sus ojos llenos de lágrimas.

El hombre se sentó en la cama junto a ese cuerpo y deslizó una palma abierta por su tierno y pequeño muslo.

- Al menos tu sirves para algo, ¿Verdad, dulzura? - desató el nudo de la mordaza y un jadeo se escuchó. Sus labios rojos e irritados, muy rotos y dañados - Eres más obediente que la zorra de tú madre, ¿Verdad? - sacó el cigarrillo y lo apagó en aquel brazo delgado.

- ¡Ungh! - siseó de dolor, pero no gritó. Demasiado acostumbrado y cansado como para pedir ayuda. Eso nunca había funcionado, así que dejó de intentarlo hace mucho tiempo.

- ¿Qué vas a querer hoy? ¿Qué te queme un poco más o le darás a tú Gege lo que esa zorra ya no le da?

El pequeño apretó sus labios y luego murmuró - D-Dámelo...

- ¿Mm? - sonrió de forma macabra - Más fuerte, no te escucho, pequeña zorra.

- P-Por favor... Métemelo.

El hombre rió y se subió sobre el cuerpo del menor, abriendo sus piernas y abriendo su propio pantalón para hundirse sin preparación. Esa pequeña boca soltó un quejido adolorido y el hombre sonrió aún más.

- Vas a tener que servir en la cama de alguien más después de esto. La vieja de tú madre volvió a robarnos, y los hijos deben cargar con las mierdas de los padres, ¿Lo sabes, verdad?

- S-Sí, Gege.

- Buen chico. 

La cama comenzó a crujir ruidosamente. Sangre y semen, deslizándose por los abusados muslos tiernos. Sollozos contenidos de un pequeño que sabia que el mundo era un lugar tenebroso y peligroso, que para sobrevivir tenias que dejarte devorar y consumir. Porque el más fuerte siempre ganaba. O eras quién comía o quien era comido. Y las pesadillas podrían ser eternas.

- ¡¿Maldito mocoso, qué estás haciendo?! ¡Urghh!

Sangre salpicada en su cuerpo, en las paredes, en la ropa de cama. Risas frenéticas, el sonido de gorgojeo y un arma traspasando carne. Gritos, llanto y el cuerpo muerto de una mujer a los pies de la cama.


Xiao Zhan abrió los ojos de manera violenta, jadeando y dándose cuenta de lo sudado que estaba. Otra pesadilla. 

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