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— Siempre me siento bien cuando estoy contigo— Confesó Lisa sonriendo.— Eres diferente a otras personas... Y me agradas mucho. Tu rostro es tan sincero que siempre se nota lo que sientes— Dijo mirando a Rosé a los ojos.

Ambas sonreían.

— No sé cómo ocultar las emociones— Explicó riendo levemente.

— Me gusta eso de ti... Por eso me gusta mirarte— Dijo Lisa todavia
mirándola a los ojos. Luego miró hacia la ventana. Estaba
nevando afuera.— Unnie...

— Dime, Lis.

— ¿Sabes por qué me gusta la nieve?— Preguntó en un tono dulce, volviendo a mirar a la mayor.

— Eh...— Rosé lo pensó por un momento.— No. La verdad
no lo sé— Respondió con franqueza.— ¿Por qué te gusta la nieve?

-— orque me gustas— Confesó Lisa de repente.— Y la nieve me recuerda a ti. La nieve me gusta porque tú me gustas, unnie.

— Yyo...— No pudo evitar sonrojarse un poco.— Tú también me gustas, Lis. Tu forma alegre de ver la vida es inevitablemente adorable.

Ambas rieron con ternura. Aun tenian sus manos entrelazadas.

— ¿Por qué la nieve te recuerda a mí?— Preguntó Roseanne.— ¿Tan fria soy?

— No es eso— Lisa negó con la cabeza.— ¿Has visto un copito de
nieve de cerca? En realidad no son blancos, son transparentes... Y tú eres así. Si me fijo en ti de cerca me doy cuenta de que eres completamente transparente. Tu  arita no sabe mentir— Rosé sonrió como una tonta enamorada y Lisa confirmó su teoría: El rostro de Roseanne era un perfecto reflejo de sus sentimientos, sin filtro.— Ademas— Continuo Lisa.— La nieve es inmensamente
hermosa, cuando la miras te dan ganas de acercarte a ella para
admirarla más de cerca... y podrías observarla por horas sin
cansarte nunca... Así me siento contigo. Por eso la nieve me
recuerda ati.

Lisa se acercó a Rosé, mirando sus ojitos más de cerca. Sus ojos eran hermosos. Roseanne puso su mano suavemente sobre la mejilla de la menor. Las pequitas en sus mejillas eran hermosas Ambas estaban tan cerca la una de la otra que sus narices estaban a milimetros de distancia. Sus miradas hablaban en silencio, estaban fascinadas de reflejarse mutuamente. Sus ojos se estaban confesando su amor sin necesidad de palabras.

Pero entonces Lisa tuvo una idea se paró del sofá ápidamente, sin soltar la mano de Roseanne quien estaba confundida pero igualmente se dejó llevar. Cruzaron por la sala hasta el comedor y luego caminaron hasta la ventana que había allí. Lisa señaló hacia arriba y cuando Rosé miró al techo vio una rama de muérdago colgada. Río con ternura y luego volvió a poner su mano sobre la mejilla de Lis. Ambas se besaron lentamente. El tiempo parecía haberse congelado al igual que la nieve afuera de la ventana.

— Ahora sí me gusta la navidad — Dijo Rosé haciéndolas reír.




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La nieve ☃❆ Chaelisa Where stories live. Discover now