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Lisa estornudó y cambió de posición bajo las cobijas. Se sentía muy cansada pero no lograba dormir.

— ¡Salud!— Dijo Rosé sonriendo con ternura mientras entraba a la habitación.— Estornudas como gatita, Lili.

— Gracias— Respondió con una voz desanimada, sin mirar a su novia.— Pero esta gatita está enferma y se siente muy mal.

— Lo sé... Por eso preparé algo para animarte— Explicó.— Este es el mejor remedio para las gatitas enfermas.

Lisa miró a su novia. En sus manos traía una taza de chocolate con malvaviscos.

— ¡Preparaste chocolate!— Exclamó sonriendo y sentándose rápidamente.— ¡No sabía que podías preparar chocolate Chaeyounnie!

— Te he visto preparar chocolate cientos de veces— Rosé dejó la taza sobre la mesita de noche.— Admito que al calentarlo casi se riega pero no pasó. Logré hacer el chocolate y no quemé tu cocina. Eso son dos éxitos en uno— Explicó, haciendo reír a Lisa.

Roseanne acomodó la almohada detrás de la espalda de su novia, para que pudiera recostarse contra la pared, y luego la cubrió mejor con las cobijas. Le entregó la taza de chocolate y Lisa la recibió gustosa. Tomó un gran sorbo y sonrió con emoción.

— ¡Está delicioso!— Exclamó con una sonrisa cubierta de
chocolate.

Después tomóla cuchara que estaba entre la taza y comió un par de malvaviscos.

— Me alegra mucho— Dijo Rosé sonriendo mientras caminaba de vuelta a la puerta.

— ¿A dónde vas? Siéntate conmigo— Lisa dejó el chocolate sobre la mesita de noche y dio un par de palmaditas sobre la cama a su lado izquierdo.

— Tienes que dormir, amor. Me iré para que puedas descansar bien.

— Llevo horas intentando dormir y no puedo— Explicó Lisa con frustración.

— ¿Aún te duele la cabeza?— Preguntó preocupada.

— No, la pastilla que me diste funcionó. Pero igualmente no puedo dormir. Estoy cansada de dar vueltas en la cama.

— Está bien, entonces te haré compañía hasta que te de sueño— Se sentó junto a su novia, se quitó los zapatos y subió los pies a la cama. Luego se acercó a Lisa y dejó un beso en su mejilla.— Apenas tengas sueño dime y me iré para dejarte descansar un rato ¿De acuerdo?

— De acuerdo— Aceptó Lisa sonriendo. Luego tomó las cobijas y las cubrió a ambas.— Ahora sí soy una gatita feliz.

— Hey, tú eres la gatita enferma— Protestó Rosé.— Las cobijas son para ti, Lili. Son para que no te de frío.

— Tendré más calor si estás a mi lado— Dijo abrazando a su novia
bajo las cobijas.

— Pues... Tienes razón. No puedo pelear contra la termodinámica— Río y correspondió al abrazo.

Duraron más de una hora acurrucadas bajo las cobijas mientras miraban la nieve a través de la ventana. Aunque era un día helado, Rosé y Lisa estaban cómodamente cálidas gracias a las cobijas y a su abrazo.

Pero, a pesar de la calidez del momento, Lisa seguía estornudando de vez en cuando.

— ¡Salud!— Decía Rosé después de cada estornudo, siempre sonriendo con ternura.

Lili estornudaba como gatita.




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La nieve ☃❆ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora