El colibrí y el espejo.

5.4K 563 113
                                    

No supo el por qué, pero que su hermano insultara a Emma, le ocasionaba un subidón de calor que le hacía apretar los puños.

—Hum— Huitzilopochtli se burló sutilmente con aire victorioso y continuó— ... Ya no soy un niño, Tez.—dijo con una ligera sonrisa, volteando a ver la pelea de los mortales.

Tezcatlipoca rió.

Eran tan diferentes, Huitzilopochtli brillaba de manera elegante, era el sol y el fuego; mientras que a Tezcatlipoca era la oscuridad y los engaños.

Si fuesen un objeto, serían la fogata y la noche. Cada uno complementaba al otro.

— No me lo parece, sigues lamiéndole los pies a Quetzalcóatl. Y parece que te encanta. — dijo cruzándose de brazos

Hubo un pequeño silencio, algo incómodo. Pasó una ráfaga de aire frío y pesado desde el sur.

Entre el silencio, el colibrí zurdo habló.

—¿El aburrimiento te ha hecho vulnerable?—

De los antebrazos del dios, emergian unos finos alerones de plumas, igualmente amarillas, estas se movieron un poco. Era difícil decir si se habían movido por el aire o si reaccionaron ante el comentario de Tezcatlipoca.

—¿De qué chingados estás hablando?—la sangre del oscuro dios comenzó a subir de temperatura.

—Has venido a advertirme. Sí no, no hubieses venido a verme... Parece que quieres proteger a tu mascota.

Y tenía razón.

Tezcatlipoca había perdido la paciencia, las palabras terminaban sobrando, ya no podía permitir otra falta de respeto.

Lo tomó de unas de las preciosas plumas amarillas que estaban finamente posicionadas en su penacho, parecía que quería hacerlas polvo dentro de su puño; Hundiendo la cabeza de Huitzilopochtli, en sus oscuros hombros.

El colibrí quiso forcejear con él, vaya que era fuerte, el dios de la guerra era físicamente más robusto que el dios de la obsidiana. Pero no pudo doblegar su agarre, parecía que Tezcatlipoca tenía una extraña motivación.

Para asegurar que Huitzilopochtli escucharía lo que su hermano tenía que decir, de la palma del oscuro dios, comenzó a emerger una fina daga de piedra volcánica, apuntando directamente al esternón del colibrí.

... Icniuhtli, esa chica, es la perdición de Ce Acatl Quetzalcoatl y si hace falta matarte para que ella viva, cumpla con la profecía y obtener MI victoria, lo haré.— dijo mostrando todos y cada uno de sus dientes afilados, pasando su lengua por frente de ellos, incluso parecía salivar.

NADIE.TOCA.MIS JUGUETES.HUITZILOPOCHTLI.


— ...Los dioses no morimos...— dijo tratando de no moverse ni un centímetro para no tocar la navaja de obsidiana

¿Seguro? ¿Quieres averiguarlo?

Tezcatlipoca hizo un ademán que tenía la intención de perforar el corazón de su hermano menor. Pero tan pronto como se hizo presente, todo rastro del negro mexica, desapareció.

Sólo pudo escucharse desde el eco del cielo nocturno, la carcajada del dios.

...Espero que no sigas siendo un niño, Colibrí zurdo, porque de lo contrario, siempre regresarás a mí, tu hermano mayor... se escucharon sus palabras por toda la bóveda celeste, acompañadas de risas.

La Sangre de los Dioses Where stories live. Discover now