Universidad

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Las humillaciones no cesaron. Venían una tras otra, Ximena le recordaba de manera constante y no verbal, quién era la verdadera persona que tenía el mando.

No tenían por qué compartir clases, sin embargo lo hacían en varias ocasiones. Parecía que la chica de pelo largo y negro era un virus que invadía poco a poco la facultad.  El olor a vainilla barata, había llegado para quedarse. Ximena ofrecía lecturas de tarot y respuestas a preguntas por péndulo. Así fue como todos los curiosos empezaron a seguirla.

Todo el mundo la conocía y preguntaba por ella, desde la intendencia hasta el director. Estaba en boca de todo el alumnado, el hablar de ella era derramar miel en sus palabras. Pero Emma no la soportaba. Sentía la oscuridad a kilómetros y poco a poco la facultad iba hundiéndose en esta perversa aura, ¿Por qué no había una sola alma que se percatara de la maldad de la adolescente?

Hacia una semana la había amenazado en los lavabos del baño y ahora cada adjetivo sobre ella era para provocar diabetes.

No era lo único raro que sucedió desde que Ximena había entrado. Habían desaparecido dos alumnas. Un día dejaron de ir a clases, así sin más. Aún no las encontraban, pero tener a la pequeña bruja en la escuela opacaba cualquier suceso turbio.

Ximena había puesto a la escuela de su lado, si Emma hacía algo contra ella, todo su ejército respondería por ella. Era técnicamente intocable. El único que podría entenderla era el dios de la Obsidiana, incluso podría defenderla. Pero la chica no sabía dónde carajos estaba.

— ¿Supiste que Xime será la nueva presidenta de la sociedad de alumnos? — dijo Marta alegremente.

— Hoy será la votación y los resultados. — respondió Vero.

— Vamos a ir a verla. ¿Nos acompañas, Emma?

Ver a Marta con brillo en los ojos y sacudida por la felicidad, le hizo imposible negarse.

Las votaciones lanzaron un increíble resultado, Ximena habla tenido una aprobación del noventa y ocho por ciento. El discurso de toma de posesión sería al siguiente día, tomando la costumbre de presentarse frente a la escuela.

Era como si esa bruja se bañara con leche y rosas, tenía una energía por de más atractiva, era carismática y su voz resonaba por todas las esquinas del salón. Aunque no fuera una tlahuelpuchi, seguiría siendo una líder nata. Ese era su plus.

— Agradezco a todas "las personitas" que me han escogido como su representante, les prometo que seré su palabra y su espada para hacer su voluntad y atender sus necesidades... — alzó la voz en el podium.

Se veía hermosa, el vestido negro con corte de sirena resaltaba su cuerpo, el cabello le caía sobre los hombros hasta llegar a la cintura y el rojo sangre de sus labios te hacía pensar que se alimentaba con la sangre de los inocentes.

La vistieron con una cinta que pasaba por encima de su torso con la palabra "Presidente" en letras azules. Agradeció a la comitiva, a la administración y a la directora.

— En muestra de mi agradecimiento, hemos preparado una fiesta, no para celebrar este logro, si no para festejarlos a ustedes. Quedan cordialmente invitados a mi casa, hoy por la noche.

Mientras el público vitoreaba a la nueva Presidente, Emma soltó un largo suspiro. Odiaba las fiestas, tratar con borrachos o ver a las parejas dándose amor frente a todos. Estaba decidida, no iría.

La semidiosa buscaba paso hacia la salida entre el gentío, pero la orda parecía moverse en dirección a su nueva lideresa.

Emma intentó nadar contra corriente, le resultó inútil, en cuestión de segundos, estaba a dos metros de Ximena. Bajó la mirada para no llamar la atención, se confundiría con la gente y saldría por la segunda puerta del auditorio.

La Sangre de los Dioses Where stories live. Discover now