Mitad humana

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¿Qué chingados hace un jaguar en medio de la calle?

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Cuando despertó esa mañana se suponía que debía estar alegre, pero pensó en su madre y como parecía no recordar que en dos días, la chica cumplía años.
No sé entristeció por esto, le abrumó pensar en la cantidad de clonazepam que le estaban dando, eran tantos medicamentos que no recordaba el día que había parido a Emma.

El amor de una madre es tan grande que a pesar de lo sedada que estaba se levantó de su silla a abrazarla. Y el amor de una hija es tan grande, que, lejos de sentir tristeza por no recordar su cumpleaños, agradecía el hecho de que no se olvidara que ella seguía siendo su niña.

Ahora, la chica yacía en su cama, mirando a la ventana, observando el sol entrar por la misma, llenando el espacio de calor. Iluminando sus ojos color miel.

Sus ojos parecían dos soles que acompañaban a su aperlada piel y sus motivaciones de salir de la cama todos los días.

—A la mierda.-— dijo entre dientes, se levantó casi de un salto.

Aventó las cobijas hacia un lado como si estas fuesen cadenas que la mantenían fusionada con su cómoda y relajante cama.
Estaba cansada de estar cabizbaja, no dejaría que la vida la venciera, tenía cosas que hacer y tareas para entregar en la facultad.

Llegar a la facultad era una odisea. La ciudad universitaria está de verdad lejos de donde vivía lo que la hacía tomar varios camiones para llegar a tiempo a sus clases.

Cuando ella decía: "ciudad universitaria" era de verdad una CIUDAD. Se había habilitado una de las faldas del cerro para las instalaciones del campus, tomándole terreno a la Sierra Madre.

Campos verdes adornados de palmas y jardines recién regados, le hacían vista para los transeúntes que pasaban por ahí.

Cada facultad se alzaba cómo si tuviera la forma de un gran libro blanco, incrustados con cristales que cumplían la función de ventanas. Las estructuras estaban tan bien pensadas que la mayoría de iluminación que recibían sus interiores era luz natural.

La agenda del día era tan apretada que se olvidaba de cosas básicas para su supervivencia, cómo desayunar, llevar algún snack o ir al baño. Y aún le faltaban clases.

Una chica de pocos amigos, callada y algo retraída ¿A quien le iría a contar que mañana era su cumpleaños? Tal vez a la señora de la cafetería, igual y le regalaba algo.

No, decidió ir a comprar honradamente un pequeño Gansito para calmar las tripas, que así no le rugieran tanto.

El primer alimento del día, y ya eran las doce de la tarde.

Enserio tenía hambre, pero se acercaba el fin de mes y tendría que pagar la renta pronto.

Estudiar Administración de Empresas era un fastidio, por qué tenías que esperar a graduarte para comenzar a administrar tu propia empresa y generar ganancias. Por ahora habría que conformarse con ser una estudiante con hambre.

Estudiar y trabajar al mismo tiempo es igual a trabajar doble turno.

Ir a atender la segunda caja del Oxxo no era para nada entusiasmante, pero los horarios se acomodaban bastante bien y la paga no era la mejor, pero le ayuda a sobrevivir un mes más. Además de pagar  la factura del hospital psiquiátrico dónde había internado a su mamá. (Después del segundo intento de suicidio, decidió no arriesgarse.)

La Sangre de los Dioses Where stories live. Discover now