La semidiosa y el destino pt.2

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Emma se limitaba a ver al grande y poderoso mexica, sentado en la orilla de su viejo colchón.

Todo le parecía irreal, aunque pudiera verlo con lujo de detalle, toda la situación le estaba dando vueltas en su mente.
Nada se esta noche se lo habría esperado nunca. Jamás. En su existencia.

Y en un segundo todo le cobró sentido.

—Claro, ¿Cómo pude ser tan tonta?

Tezcatlipoca estaba apunto de secundar la moción pero la muchacha lo interrumpió.

—... ¡Eres un intento de mi cerebro por protegerme!— sonrió torpemente.

—...

—¡Sí!, al yo sentirme impotente frente a mis problemas, mi mente creó esta estúpida historia fantástica para hacerme creer que soy un ser divino todopoderoso, hija de los dioses, ¡Ja!— suspiró. — ... Porque lo que estás insinuando es que yo podría ser una...

Semidiosa.


Emma no paraba de decir "no" en voz baja. Los escalofríos le recorrieron la espalda y el estómago se le hizo trizas.
Parecía no sentir su propio cuerpo, cómo si estuviera viendo todo en tercera persona.

Tal vez su mente la estaba ayudando a procesar todo el dolor que no había llorado. Quiso crear un ente protector que la ayudara a tapar los huecos que el sufrimiento le había provocado.

No le hubiese sorprendido en absoluto que estuviera volviéndose loca, su madre estaba cruzando por el mismo camino. Si el rompimiento de la psique ya le venía por defecto en su carga genética, tal vez era su destino. Era la me hajor explicación que podía darse a sí misma.

No sabía si lo que estaba viviendo era mera ficción o la realidad. Tal vez si volvía a dormir, ¿al despertar volvería a hacer su vida normal?

¿Despertaría a las 6 AM, se lavaría los dientes, prepararía su mochila y saldría de su casa a tomar el autobús?

¿Entregaría las tareas que le faltaban, escribiría el ensayo de la clase de Factores Económicos esperando una calificación aprobatoria?

¿Comería un desayuno inapropiado para soportar el exigente ritmo de vida que se había autoimpuesto?

O ¿Volvería algo temprano a casa para abrazar el viejo peluche de gato que su madre le había regalado cuando era niña, y quedarse dormida en una profunda siesta?

— No. No quiero volverme igual a mamá.

— Todo lo contrario.

Ella se refería a volverse esquizofrénica e internarse en un hospicio psiquiátrico, pero Tezcatlipoca tenía otro tipo de información para brindarle.

—Tu parte divina la heredaste de tu padre.

— Estás diciendo que en esta descabellada historia, ¿mi papá también era un... — tomó aire —... Semidiós ?

Imágenes rápidas de Samuel le hicieron una ráfaga en su mente.

— Entonces... Samuel...

El dios de la obsidiana comenzó a desesperarse. ¿Qué era más cristalino que la verdad? No estaba vacilandola, estaba justo frente a ella, le estaba diciendo la verdad sobre su familia ¿Que otra prueba quería?

Hace algunos siglos, los humanos no se le oponían ante su palabra sagrada. Hace mucho tiempo que ningún humano le parecía un reto.

— Sofía Tolscan, Guerrera siete conejo...— Tezcatlipoca habló en tono gélido. —...Tus ancestros han servido y derramado su preciosa sangre por el pueblo de Tenochtitlan desde hace más de ochocientos años...— la señaló — Y a ti te toca seguir con ese legado. Te guste o no... Eres un producto que nunca debió existir, la mitad del Panteón Nahua te quiere muerta. Y es algo que no logro comprender, si nadie ha creído que puedas llegar a hacer gran cosa, ni siquiera tú misma. — el dios se levantó y fue acercándosele con apatía.— ...Tienes dos opciones y espero que escojas con sabiduría. Uno, te niegas a cumplir con el propósito de tu sangre, yo me desaparezco de tu mortal y banal existencia. Podrás seguir jugando a la "pobre humana desamparada" por el tiempo que te plazca, claro, hasta que alguno de los dioses decida quitarte la vida, con la probabilidad de que nadie riegue tus cenizas...—

La Sangre de los Dioses Where stories live. Discover now