Jorge

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Había llegado el sábado, y el trabajo no le perdonaba estar triste, tenía que salir a ganarse el pan. Los fines de semana por la noche eran bastante pesados para cualquier tienda de conveniencia. Se vendía todas aquellas cosas que idiotizaban a la gente: cerveza, cualquier tipo de licor, anticonceptivos y cigarros.  La muchacha se había mantenido en abstinencia de cualquiera de éstos.

Emma esperaba que fuera una tarde pesada pues era día de pago. No se equivocó.

Una motocicleta deportiva se estacionó frente a la tienda. Sus líneas eran finamente hechas para la aerodinámica de la misma, el color destellaba en cromos, parecía que aquel arriba del vehículo, acababa de comprarla justo antes de pasarse por la tienda. Se sacó el casco y su sedoso cabello en corte mullet que brillaba en un tono café intenso, acompañado del color manzanilla que le proporcionó el sol.

Dejó el casco, colgado del manubrio del vehículo, a Emma le pareció bastante impertinente. En su barrio, se atendía por ventanilla desde las 8 PM para evitar robos a la tienda. Era obvio que el tipo no era de por ahí.

Dió unas vueltas a los exhibidores y al área de bebidas, parecía tomarse su tiempo para escoger sus compras con minucioso detalle. Fue acercando múltiples cajas de cerveza al mostrador, bolsas de botana y uno que otro dulce. La muchacha observó todos los productos que iba a comprar, eran más de dos mil pesos en productos.

— ¿Efectivo o tarjeta?— preguntó la chica.

— Buenas tardes, señorita.

Sofía sorprendida, devolvió el saludo con vergüenza.
— Perdón, buenas tardes.

— Con tarjeta.

Su voz era profunda pero amable, como un regaño suave.

Checó los productos y se sorprendió de la cantidad a pagar.
— Serían dos mil quinientos ventidos...

— Y una botella de whisky...

Este hombre no dejaba de sorprenderla.
— Bien, ¿Qué marca?

—Buchanan's

<¡¿BUCHANAN'S?!>

La muchacha buscó por estante, pero no lo encontró.
— No tenemos en existencia, pero puedo ofrecerle un tequila Maestro Dobel o Don Julio.

El hombre se quedó pensativo.— Hmm...— se mordió el labio inferior.
— ¿Cuál escogerías tú?

— ¿Yo? Amm... Yo no... Yo no bebo alcohol... — volteó a ver al bien vestido muchacho, esperaba su respuesta.— ... Pero mi a papá le gustaba beber Don Julio de vez en cuando. Confío en el buen gusto de mi padre.

— Bien, confiemos en el buen gusto de tu padre. — dijo con una sonrisa gentil y juguetona.

Emma tomó el tequila y los marcó junto con lo demás. El chico le extendió la tarjeta.

<Espero que la tarjeta pase, si no, vamos a tener problemas.> Pensaba preocupada de que tomara el Don Julio y huyera.

— ¿Te conozco de algún lado? — preguntó él, de repente.

— No lo creo.

— ¿No vamos a la misma escuela? Te he visto en la facultad de Administración ¿No?

La muchacha parpadeó lentamente.
— ¿Cuál es tu nombre?

— Jorge.

— Jorge... ¿Qué?

Se quedó callado unos segundos.

— Martínez.

— Bueno, Jorge, me parece raro que vayamos a la misma escuela.

La Sangre de los Dioses Where stories live. Discover now