Un sueño con sabor a pesadilla pt.3

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La voz retumbaba con eco por el pasillo.

— No te atrevas a abrir esa puerta, niña tonta.

Era su voz.

La voz de Emma.

— ¿Por qué ahora estás dispuesta a hacer todas estas cosas?

La chica volteaba a todos lados, más no lograba visualizar a su copia.

— ¿Dónde estás? ¿Por qué hay un doble de mí?

¡CONTESTA MI PREGUNTA!

La onda de choque que provocó el grito, hizo vibrar los vidrios de los salones y el piso se estremeció.

— ¿Por qué nos haces esto, Sofía? ¿No estabas mejor antes? ¿Sobreviviendo al día, solo preocupada por la escuela y por la mejoría de mamá? ¿POR QUÉ NUNCA TE PARECE SUFICIENTE?

La siniestra muchacha apareció en un flash frente de Emma. Estaban frente a frente, su piel parecía grisácea y sus ojos eran dos ónix que reflejaban la oscuridad de sus deseos más profundos .
Una expresión que Emma jamás había visto en su propio rostro. 

— ¿Crees que ese dios quiere ayudarte porque es "generoso"? ¿No te has preguntado que quiere a cambio? ¿Por qué sigues confiando tan rápido? ¿Y si lo aburres? ¿Crees que tiene interés en ti? En lo que menos piensa es en ti.

Emma quiso ignorar la semilla de duda que la chica quiso implantar en ella.

— Haz oídos sordos, guerrera, quiere que flaquees. — se escuchaba molesto.

Respiró.
— Tengo un objetivo, y si él me ayuda, tengo que aprovechar el tiempo que esté conmigo.

— ¿Y cuál objetivo es ese?

Trató de resumir en una oración aquello que le hacía brillar los ojos.
— Y-yo no permitiré qué...— tartamudeó

— Ni siquiera puedes decirlo, porque no creés en ti misma para lograrlo. Y haces bien. ¿Cuántas veces no has querido ayudar y te salió el tiro por la culata?

Emma tragó saliva.

— ... Sé que tienes miedo, Sofía... 

— ¡¡¡¡NO ME LLAMES SOFÍA!!!!

En un parpadeo, la chica estaba flotando al final del pasillo.

— ¡ODIAMOS ESE NOMBRE, LO SABES! — echó a correr.

Emma corrió preocupada detrás de ella.

Tezcatlipoca veía el cuerpo recostado de Emma. Ella sudaba y su respiración era pesada, entrecortada.

— Guerrera, ella es...

— Ella es mi miedo... — se detuvo frente a una puerta. —... Recuerdo esta puerta...

Hiperventiló.

Estaba temblando, queria llorar, gritar o simplemente despertarse. Las paredes comenzaron a derretirse y el techo bajaba con lentitud, amenazaba con aplastarla.

“Recuerda tus motivos, semidiosa.”

"...mis motivos..."

— Mis m-motivos...

Chasqueó la lengua.

<Pero... ¿Qué estoy haciendo?> Las paredes pararon de gotear. <No tengo a dónde correr, esta es mi conciencia.> Miró la puerta.

La Sangre de los Dioses Where stories live. Discover now