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MIEDO

Comimos en un restaurante del Boulevart, no tan lejos de la universidad porque estaba ganosa de seguir trabajando. Platicamos hasta cansarnos: de su viaje, los lugares que visitó, si conoció a alguien interesante, de mis problemas, de la ayuda que recibí luego del altercado y del chiquillo que estaba esperando. Anabel era transparente como el vidrio, así que su reacción fue marcada y espontánea, primero preocupada, después furiosa y por último emocionada.

Terminando de comer nos perdimos en la plaza, entramos y salimos de distintas tiendas, dirigiéndonos siempre al área de bebés. Tuve que convencerla en repetidas ocasiones que no comprara nada por miedo a llamar la mala suerte, mamá siempre decía que la ropa y demás cosas que necesite el bebé se compraban, si mucho, un mes antes de que naciera; sin embargo, así de transparente también era terca, por eso compró trajecitos y algunos juguetes.

Mientras caminábamos por la acera de la plaza, buscando el auto, An me preguntó si ya había pensado sobre la charla que tuve con Sergio.

—La verdad no —dije cohibida—. Tal vez le envíe algún regalo como agradecimiento.

—¿A qué le tienes miedo? —Me escrutó con la mirada.

—A nada. Sólo no es fácil volver al lugar.

Sólo imaginarlo me hacía temblar. Ninguna de mis malas experiencias se comparaban a esa, la sensación de terror en ese momento fue abrumadora y vertiginosa; sentí caer desde una montaña hasta una poza de agua sin fondo, el ardor del agua introduciéndose en mis fosas nasales hasta ahogarme. An notó mi doloroso letargo, me abrazó y susurró palabras de consuelo que me ayudaron a calmar el montón de emociones negativas burbujeantes.

Entre amargo y dulce es mi café (borrador)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن