DESIRÉE IGNORÓ LAS MIRADAS BURLONAS de Elisa y Neil, sabía que ambos se mofaban de ella y su hermana debido a que habían asistido con vestidos simples y corrientes. Afortunadamente el tema del vestido no le afectaba; tenía la suficiente seguridad en sí misma como para saber que no dependía de elegantes ropas para destacar o lucir.
En el camino Candy y Desirée escucharon hablar a Elisa sobre un muchacho llamado "Anthony", ―del que parecía estar profundamente enamorada, pues según Neil, Elisa no paró de parlotear sobre dicho joven. Desirée frunció el ceño al escuchar a la señora Leagan pedirles que se mantuvieran en algún rincón del salón, ya que ellas no tenían buenos modales y la tía abuela le daba mucha importancia a ello.
Como siempre, poniéndolas de lado. Desirée sintió hervir su sangre al pensar que, para los Leagan, ellas eran perros o algo de menor valor que una mascota. Simplemente los seguían a todos lados pero sus presencias eran insignificantes; estaban allí para servirles y cumplir sus caprichos, era todo.
