Capitulo 2: ¡Hola!

134 37 157
                                    

Heather.

Camino tranquilamente hacía mi casa, no alcance a coger el bus de vuelta.

La brisa fresca me sopla la cara y lo agradezco, ya que me siento un poco mareada cuando eso se debe a qué hoy no he comido casi nada.

Camino a paso ligero, sin querer llegar a casa. Me preguntó cuánto tiempo más seguiré así, no como bien, no duermo bien, sobre pienso las cosas y sigo recordando tiempos pasados que es lo único que me consuela.

Me imagino que no sera pronto.

Llegó a mi casa y mi mamá no está, seguramente estará hablando con su abogado. Solo dejo una nota pegada de la nevera que dice: "hay comida en el refrigerador".

Subo a mi habitación, me quito el uniforme colocándome la ropa de casa, voy al baño y me lavo la cara con abundante agua.

Regreso a la habitación y me tiro en el colchón. Comienzo a buscar en mi mochila la figura de papel.

Abro uno de los cajones de mi mesita de noche y dejo el avión donde lo guardo junto con los otros.

Uno, dos, tres, cuatro muchos aviones de papel caían en mi mesa, cada uno con palabras motivadoras, a los cuales yo no le daba importancia o al menos al principio, los aviones siguieron cayendo en mi mesa, así fue durante unos meses, hasta que esos aviones no volvieron a caer en mi mesa y en ninguna otra, porque caían en mi mesa, solo en la mía.

Hacía un mes que no recibía ningun avión, debo admitir al principio me parecía un juego, luego me di de cuenta de que para mí esos aviones importaban, de alguna forma lograban animarme un poco.

Tocan la puerta de mi habitación, y sin esperar una respuesta la abren. 

—Hola.

Es mi papá un hombre de cabellos negros, expresiones marcada, ojos ambarinos como los de mi hermana y aspecto cansado.

—Hola — fuerzo una sonrisa.

—¿Dónde esta tu madre? —es lo que pregunta.

—No lo sé, supongo que fue a ver a su abogado. —esto último lo suelto con un deje amargo.

Él parece darse cuenta y suspira suavizando su ceño fruncido.

—Ire a recojer algunas cosas a nuestra habitación, te veré en un rato.

Asiento resignada, y él se va cerrando la puerta y dejándome de nuevo sola.

Suspiro y me levanto de la cama, decido mirar un poco por la ventana, pero en el trayecto mi vista se posa en mi camara de fotografíar en mi mesita, me acerco a esta con la intención de tocarla, hace mucho que no la uso.

Reprimo mis ganas de agarrarla cuando veo la foto en dónde sale mi hermana junto a mí, ella tenía los brazos cruzados mientras sonreía a la cámara, en cambio yo la estaba rodeando por mi brazos y mientras le daba un beso en la mejilla. Se me forma un nudo en la garganta.

La foto es de cuando aún a ella no le habían diagnosticado el cancer, el cáncer que jodió a esta familia.

No me doy cuenta de que estoy llorando, hasta que un sollozo involuntario se me escapa. 

Tomo la fotografía en mi manos y la abrazo con fuerza mientras más lágrimas corren por mis mejillas.

Alzo la vista al techo y digo:

—Perdóname, perdóname si te estoy decepcionado pero es que no puedo. ¿Por qué te tenías que ir?

Pregunto como si ella en verdad me estubiera escuchando y me fuera a contestas.

Aviones de papel Where stories live. Discover now