Lo que era antes

46 17 56
                                    

Narrador omnisciente.

Junio del 2019.

Hermanos, un regalo que pedimos de pequeños al sentirnos un poco solos y sin nadie con quien jugar en el gran espacio de una casa.

Hermanos, un regalo que algunos no pedimos, porque en nuestra inocencia creemos que nos quitarán el lugar de "el favorito" o "ya no voy a ser el más amado" y que llega, poniéndonos un poco celosos de la atención que les dan nuestros padres al más pequeño.

Pero ese no fue el caso de Alexa Harriet, ella le pidió una hermanita a sus padres cuando tenía cuatro años, según ella para jugar, enseñarle cosas, como jugar con tierra y robar dulces de la cocina a escondidas, pero sobre todo para amarla y cuidarla siempre, aun cuando fuera muy viejita.

Así que casi catorce años después, ahí estaban ella dos, Heather y Alexa, una con doce años y la otra con dieciséis, riendo a carcajadas sobre la cama de Alexa.

—Vale, otra foto, pero que salga bien.

Alexa se levantó de la cama, y agarro su cabello con una mano, y lo sostuvo en lo alto mientras hacía una pose, demasiado graciosa, frunciendo los labios y haciendo el bizco, y eran tantas sus risas, que Heather, que sostenía una mini camara no podía tomar la foto.

—Lo siento, no puedo.

—Bueno, ¿Hago una más seria? —pregunto Alexa.

—Sí, por favor.

—Bien —esa vez Alexa hizo la cara más seria que puedo, una cara muy larga, y apretaba los labios tratando de aguantar la risa y Heather soltó una carcajada.

—Mira que no está funcionando, das demasiada risa, y con esa cara pareces el hombre que aparece en los billetes, con su cara larga.

Ambas se volvieron a reír, el ambiente ligero de la habitación se sentía tan bien, tan cálido, ellas eran felices haciendo tonterías sin sentido.

—Sabes, he encontrado en el fondo del closet de mamá un vestido súper anticuado, es feísimo, parece de los años sesenta y ella me lo ha regalado.

Alexa saco un vestido color blanco hueso, con falda en vuelo, lentejuelas, con mangas súper grades y algunos agujeros era tan extravagante que era horrible a simple vista jamás podria gustar.

—Dios, póntelo, quiero seguir riendo.

Y así mismo Alexa lo había hecho, se puso el vestido que le queda grande, se había pintado los labios de rojo y  un lunar en su mejilla con un marcador negro e improvisaron un abanico con una hoja de papel.

Heather se había pintado unos bigotes negros muy delgados y curvados, se hacía colocado una gorra negra que tenía su hermana.

—Esto tengo que grabarlo —dijo Heather y había colocado su camara en un lugar donde se viera la escena.

Así que Alexa comenzó a abanicarse, poniendo cara sería y Heather se acercó a ella y la tomo de la mano.

—Oh, hermosa dama, tengo que decirle que usted es es muy hermosa y de buena familia, me gustaría poder cortejarla.

Había dicho Heather mientras sonreía con diversión. 

—Lo siento buen hombre, pero me gustan las mujeres, espero que su mente cuadrada pueda entender eso, y espero no se ofenda por tal cosa, pero gracias.

Y es que Heather se había enterado hacía una semana que a su hermana le gustaban las chicas, gracias a que su hermana no soportaba más estar guardando eso y ocultándose, que había decidido hablarlo con ella. Y Heather estaba agradecida con esa confianza que Alexa le tenía, que se tenían, para contarse hasta lo más mínimo.

Aviones de papel Where stories live. Discover now