Capitulo 24: Es mi vida

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Ian.

Hace dos días que ocurrió lo del tobillo, una parte de mi mente me dice que esto es una desgracia, más la otra parte de mi mente me dice: ¿Esto es lo que necesitabas para darte cuenta de que puedes dejar esto?

Tal vez si; era lo que necesita, aunque pude hacerlo desde hace mucho tiempo por mi cuenta. Una pequeña parte en mi interior se pone feliz ante la perspectiva de no volver a jugar.

Creo que nunca lo he dicho o siempre he evitado el tema, pero no me gusta el fútbol, nunca me gustó, de pequeño nunca me llamo la atención, ya que siempre me veía inclinado hacía los instrumentos musicales, siempre me intrigaba su funcionamiento, cosa que no he perdido, cantaba las canciones que escuchaba en la radio siempre que podía, cuando mamá me regaló mi primera guitarra cuando cumpli nueve, recuerdo que me había entusiasmado tanto con ella que comencé a tratar de aprender a tocarla viendo los vídeos musicales de bandas en la televisión y aprendí poco a poco yo solo. Ese mismo año me encapriche tanto con ir a la voz kids, ya que a mis ojos y a los de mi mamá era lo suficientemente bueno, y aunque no gane, fue un día especial. Una experiencia digna de recordar.

Y todo eso se fue cuando a los diez años, mi padre me dijo que "la música no me llevaría a ningún lado, que ni siquiera era bueno", casi mato a mi pequeño sueño. Me escribió por primera vez en un equipo de fútbol, para un niño de diez años eso sería un sueño cumplido, pero para mí no lo fue, he pasado estos casi siete años en diferentes equipos de fútbol, con diferentes personas y finalmente acabé en el equipo del instituto, he trabajado tanto por algo que al final no quiero y nunca quise, solo porque quería ver a mi padre orgulloso de mí.

Suspiro y regreso al presente donde estoy en mi habitación, sentado con mi espalda recostada en el cabecero de la cama, con el pie malo sobre el colchón, las muletas a un lado, y con Mick, Jana y mi prima July husmeando por ahí.

—Cuando te dije romperte una pierna, no lo decía tan literal, Ian —comenta Mick, negando con la cabeza.

—Gracias por tu preocupación —ironizo.

—Ya, tampoco que es haya sido tu culpa —dice Jana que está viendo por la ventana.

—No lo es —Mick le da la razón—, pero ya en serio, casi abandono el estúpido partido solo para ver qué coño te había pasado.

—Pues, un esguince de tobillo, eso le pasó —habla July, que se lanza en el lado vacío de la cama y se coloca un almohada sobre la cara.

—¿Cómo terminó el partido? —pregunto, a final de cuántas ni esperado estoy.

—Perdimos tres a dos —es lo único que dice, chasqueando la lengua.

Asiento una sola vez con la cabeza y miro el yeso de mi pie en unos días me toca volver al hospital para que me lo quiten o algo así.

—¿Entoces, te duele mucho? —pregunta Jana, señalando mi pie con una mueca—. Tiene pinta de que sí.

—Ahora no mucho gracias a los analgésicos, pero antes de ellos dolía como el demonio.

Mick se acerca a mí y frunce el ceño, mirando el yeso.

—¿Que pasa si lo toco? —pregunta con malicia.

—Explota —dice July, aun con la almohada en la cara.

—Apuesto ha que te pondrías a llorar —me dice Mick.

—Y yo te daría una patada en la cara si haces eso —lo reto, y lo cierto es que si lo haría del mero impulso.

Jana y July se ríen, y Mick me mira divertido.

Aviones de papel Where stories live. Discover now