Capitulo 21: Mi promesa.

30 13 58
                                    

Capitulo más corto de lo normal, pero emotivo. Recuerda que si estás pasando por algo parecido, ¡No estás solo, no te rindas! Aunque todo parezca oscuro <3

Heather.

Con el estómago revuelto me siento sobre mis manos  en uno de los extremos del sofá, y miro a mi mamá que se sienta a un metro de mí y mi padre que ha tomado lugar en el sillón frente a mí.

No se que más dicen su expresiones, porque yo lo único que leo en ellas es: incomodidad, yo también estoy un poco incómoda e insegura, es clara la tensión en el ambiente y ya a pasado un minuto y ninguno de los dos ha hablado, así que decido ser yo quien tome la palabra.

—Muy bien —carraspeo—. ¿que quieren decirme? 

Mi padre es quien toma una respiración profunda y me mira con sus ojos color ámbar.

—Hola, Heather.

¿Es en serio? ¿es todo lo que tiene que decir después de semanas sin verlo? Porque no es muy creativo. Ante mi falta de respuesta, él continúa.

—Como ya sabes, en una semana y media estaremos firmando los papeles del divorcio —avisa algo que sin duda yo aún no sabía—, y le estuve comentando a tu madre; que quiero terminar esto en paz, por lo que he ofrecido hacer una cena aquí en la casa el día antes y...

—¿Y tú aceptaste? —lo interrumpo, mirando a mi mamá que ya se encontraba mirándome.

—Sí, es mejor terminar esto en buenos términos y antes de que llegue el día.

¿Buenos términos? ¿antes de que llegue el día? Una repentina rabia se abre paso en mi interior, y me domina y me hace que fruncir el ceño. No rabia hacía ellos, sino rabia hacía lo que quieren hacer y es; tapar el sol con un dedo. Una cena como la familia feliz antes de firmar los papeles de un divorcio no solucionará absolutamente nada, no va a borrar sus peleas constantes, no va a borrar sus acusaciones y echaderas de culpa. No lo hará.

Puede que semana atrás quisiera esto, una familia reunida a pasar de los baches del camino, pero ahora no. Ni siquiera puedo notar si lo hacen por mí, se nota que lo están haciendo más por obligación que por otra cosa, se rehuyen la mirada, no pueden ni mirarse a los ojos y eso me hace sentir tanta rabia.

—¿Veintiuno de septiembre? ¿El día en que murió Lex? —al dejar salir esas palabras un sabor muy amargo se queda en mi boca.

—Sí, exactamente —dice mi madre apartando la vista a otro lado, con la expresión un poco contraida.

—Miren que es genial —mascullo y creo que estoy hablando desde mi rabia.

—Heather... —papá dice mi nombre como una advertencia.

—¿Qué?

—Por favor, solo te estamos diciendo esto, porque queremos que estés al tanto de todo lo que está pasando, no quiero irme tras esa puerta y seguir con la sensación de que todo esta mal, quiero terminar esto bien...

—Pues, yo solo comentaba...

—Heather no queremos pelear —me mira serio y con los ojos cristalizados.

—¿No quieren pelear? —casi suelto una risa sin gracias—, ¿en serio?

Comparto una mirada entre los dos y cuando me dan una señal afirmativa, me reclamo los labios y agachó la mirada.

—Entonces lo siento —murmuro—, por intentar comenzar una pelea. Y con respecto a la cena me parece bien, si eso los dejara en paz.

—Heather, gracias —me dice mi madre.

—¿Por qué?

—Por entender.

—No se preocupen, yo siempre entiendo...

Y sin decir nada, sin si quiera despedirme de papá, que posiblemente se volverá a ir, y ya que ellos no me detiene, subo a mi habitación con un nuevo nuevo creciendo en mi garganta y que amenaza con ahogarme.

Tras cerrar la puerta de mi habitación, me deslizó lentamente hasta acabar sentada en el suelo con las rodillas pegadas al pecho.

Siento rabia, mucha rabia. Unas irracionales ganas de gritar y de romper algo, estoy segura de que nunca antes he sentido esto. Mi respiración se descontrola junto a mi corazón acelerado y todo por culpa de la rabia, voy a llorar de rabia en cualquier momento y me cubro la boca cuando siento que un sollozo amenaza con salir de mi boca. No quiero llorar.  No niego a hacerlo, no quiero, no quiero, no quiero.

Respiro profundo cerrando mis ojos y estiro las piernas, bajando también mis manos. Trato de calmarme respirando profundo varias veces, pero aún no se va esa sensación que me oprime.

Cuando abro los ojos de nuevo, estos se van en el punto de mi muñeca dónde se encuentran aquellas marcas blancas de piel brillante y el recuerdo que tanto me esfuerzo por evitar viene a mi cabeza.

Me recuerdo a mi misma en el cuarto de baño, sentada sorbe el retrete, con una hojilla en una mano y la otra estirada frente a mí, me sentía tan hundida en mi miseria, tal desolada y deprimida. No tenía a mi hermana conmigo, mis padres habían empezado con las peleas, que me veía sin escapatoria, sin una mano que tomará la mía o un hombro en el que recostarme y solo quería terminar con ese hueco en mi pecho. Queria un poquito de paz para mí, quería un poco de tranquilidad, lo quería tanto, que no me importo pasar dos veces la hojilla en mi muñeca, no me importo el dolor físico que sentí, se sentía mucho peor el emocional que me carcomía.

No me importo ver mi sangre corriendo por mi mano y verla caer al suelo de baldosas, no me importo si me había hecho la herida muy profunda o si lo que hice fue apenas una pequeña cortada de la que salía mucha sangre, solo me quedé venido ensimismada como brotaba sin razón, en ese momento no sentí remordimiento ni culpa por lo que iba a dejar, ni siquiera me arrepentí, yo solo veía mi sangre caer sin emoción alguna. Sin reaccionar. Viendo mi vida, mirando desde afuera.

Hasta que esas palabras hicieron eco en mi cabeza y en mi interior, removiendo todo, haciendo que cada una de mis emociones explotará.

«Prométeme que vivieras una vida muy larga y que serás feliz, que cuidaras de tí, de mamá y de papá...»

Fue como si esas palabras me hicieran reaccionar, porque había soltado la jodida hojilla y miraba con puro horror lo que había hecho, eso no era lo que le había prometido a mi hermana. Yo tenía que vivir por ella, por las dos, es lo que ella hubiera querido y yo solo quería darme por vencida, soltar todo, tirar  la toalla y poner un punto final, porque todo es tan difícil sin ella. Y todo estaba en contra.

Recuerdo que me hice una venda improvisada en la muñeca después de hacerme limpiado las cortadas que si eran un poco profundas, pero que funciono, nunca se lo dije a nadie, mis padres nunca se enteraron, lo prefería así, las cicatrices no son escandalosas, pero si que se notan, no me enorgullecen, me hacen sentir avergonzada, me recuerdan que ese día decepcione a Lex y que estuve a punto de romper mi promesa.

Me levanto lentamente del suelo y camino hasta acostarme en mi cama, con movimientos mecánicos.

Me pasó una mano por la cara, que se encuentra humada y ahí me hoy cuenta que unas lágrimas silenciosas han resbalado con mis mejillas, las seco con prisa y me tiró en  la cama. Le echo una fugas mirada a mi camara que está en la mesita de noche y otra más duradera a la fotografía que tengo con mi hermana en el mismo lugar, y las comisuras de mis labios se elevan un poco.

—Te voy a cumplir la promesa, no importa cuanto me tarde, viviré feliz por ambas, te sentiras orgullosa dónde quiera que estés Lex.

Aviones de papel Where stories live. Discover now