Capítulo 6

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Adelyne

   Era un poco tarde cuando estaba recogiendo mis libros para guardarlos. Ya habíamos terminado las clases, pero yo como siempre, tomándome las cosas con calma.

  Veo de refilón que todos se han ido y la única que queda soy yo. O al menos eso creía hasta que alguien da un manotazo en la mesa y yo pegué un pequeño brinco en el puesto.

—¿Te asusté? —oí que dijeron en tono burlón.

—Bastian, ¿qué quieres ahora? —le pregunté alzando la vista para ver su cara risueña, luego seguí recogiendo.

—¿Se te olvidó? ¡Qué mala memoria tienes! —dijo riéndose, esta vez sí enseñó sus dientes expléndidamente.

Se veía tan distinto y con otro brillo en su mirada. —Tengo que ir por mi abrigo, es uno de mis favoritos.

  Fue entonces que recordé que él había quedado en ir a mi casa después de la escuela.

  Salimos juntos y no sé por qué, pero tenía la intuición de que alguien nos veía mientras dejábamos atrás las puertas de la High School.

  Mientras caminábamos hasta mi casa lo interrogué, tenía muchas dudas sobre lo que había pasado en la mañana.

—¿Por qué agarraste mi mano? —le pregunté.

—No agarré tu mano, ¿cuándo lo hice? —dijo jocoso.

—Estoy hablando en serio —alcé un poco la voz.

—No te molestes Gatita. Te explico. Primero, no toqué tu mano porque llevabas guantes, así que siendo realistas, nunca te he tocado. —Se expresó victorioso.

—No me causa gracia Bastian —dije con la voz grave intentando parecer seria e intimidante como él.

—No lo hice con la intención de que rieras Gatita —dijo levantando sus comisuras.

—Bueno, como digas, pero explícame el por qué —le insistí.

—Eres persistente —masculló volteando los ojos en blanco y soltando un suspiro cansino. 

—¿Qué?

—Te dije que era por simple diversión. Solo quería enseñarte algo importante. —Le puse atención. —No debes confiar en nadie porque todos son falsos y usan tus debilidades para alimentar su ego y luego publicarlo.

  Noté en su voz que estaba hablando en serio. Es increíble cómo en tan poco tiempo logro distinguir sus emociones sólo con verlo.

—¿Otro de tus consejos? —intenté sonar amigable.

—Si quieres lo tomas o lo dejas, la decisión es tuya —respondió indiferente.

  Sus palabras me hicieron pensar un poco. Con más razón debería ocultar mis secreto, no puedo permitir que hagan de mi condición un hazmerreír como lo hicieron antes.

  Después de seguir caminando un poco, llegamos a mi casa.

—Espérame aquí, ya vengo —le dije dejándolo fuera.

  Entre a la casa y por costumbre, lo primero que hice fue quitarme las gafas, y cuando mi madre me ve, preguntó:

—¿Con quién viniste?

—Es sólo un compañero de clases, subiré a mi habitación a buscarle algo que es suyo —dije sin mirarla y concentrada en mis pasos y el recorrido que debía hacer para llegar al cuarto.

—Hija, pero házlo pasar, no lo dejes allí parado —inistió.

—No, mamá, será rápido —le dije subiendo las escaleras.

  Pero en cuanto bajé con el abrigo, vi a Bastian sentado en un taburete del comedor. Aunque era predecible que mi madre lo dejaría pasar.

  Su rostro mostraba cierta vergüenza, pero a la vez se notaba cómodo, como si fuera su casa. Le hice una mirada a mi mamá y le dije entre dientes:

—¿Por qué lo entraste? —me ignoró y siguió conversando con Bastian.

—Qué bueno que Adelyne tiene un amigo. Seguro sabes, como nos mudamos hace poco no conoce a nadie. —Oí a mi mamá conversar con Bastian mientras iba a la cocina a buscar un poco de agua para calmarme.

  Luego de un pequeño rato le insistí a mi madre a terminar la conversación tan amena que tenía con Bastian.

  Luego lo despedí y estando en la puerta le entregué el abrigo.

—Aquí tienes, y no vuelvas a molestar —me crucé de brazos.

—Tranquila Gatita, la que molesta eres tú derramando comida por ahí —sonrió. —Ah, y dile a tu mamá que no somos amigos, yo no tengo amigos — mostró ahora un rostro serio.

  Nunca puedo adivinar cuál será la próxima expresión de su rostro. Me es imposible cuando dice algo irónico y sonríe o cuando las palabras son agradables pero su cara no tanto.

—Tranquilo, yo le digo. Lo mismo es para mí, tampoco tengo ni necesito amigos —lo encaré.

—Nos vemos mañana —se despidió. Y le devolví el saludo con la mano.

  Cuando cerré la puerta mi madre empezó el interrogatorio sobre Bastian.

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Nota de autor

En Multimedia: la casa de Adelyne.

Blanco. El color de mi Mundo. [En Proceso...]Where stories live. Discover now