Capítulo 31

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Adelyne

Bastian sacó de un bolso el cuaderno que lo he visto usar varias veces.

—¡Oh! ¿Me vas a contar el secreto del cuaderno? —le pregunté exagerando mi expresión de asombro.

—Sí, ábrelo —dijo dándome el cuaderno.

  No tardé en abrirlo y cuando lo hice me quedé impresionada. Era un dibujo de una mujer muy hermosa con la piel blanca y cabellos claros.

—Es mi mamá, murió de una enfermedad estando jóven —me contó con un poco de tristeza.

—¡Lo siento! No sabía —me disculpé apenada y él negó.

—Desde ese entonces mi padre ha estado conmigo y con mi hermano —continuó.

—¿Tienes hermanos?

—Sí. Uno mayor que yo, pero se encuentra actualmente en el centro de la ciudad de Canadá con su esposa e hijas  —concluyó.

  Pasé la hoja del cuaderno y vi otro dibujo. Ahora estaba el señor Muller más joven. Viéndolo así pude notar aún más sus parecidos. Al lado de él estaba la mamá de Bastian. En el dibujo los dos estaban vestidos de recién casados y también detallé los anillos de compromiso.

—¿Esto lo dibujas tú? —me atreví a preguntarle ante la gran calidad de los dibujos a lápiz.

—Sí. Ese es mi secreto. Nadie, excepto mi padre sabe que hago esto —me confesó.

—¿Por qué? Tienes talento, no veo por qué ocultarlo —opiné.

—Porque para mí el dibujo no es algo de lo que pueda presumir. Simplemente es una manera de ver las cosas desde una perspectiva diferente.

>>Cuando mamá murió lo único que me ayudó fue dibujar. Me aislé del mundo y sólo me centré en mi lápiz y la hoja en blanco. Pensé que mi vida en ese momento estaba así, en blanco y necesitaba buscar del color negro de mi alma algún arte que expresara cómo me sentía. Apenas hablaba con nadie, ni siquiera con mi padre. Es que mi mamá era una parte demasiado importante en mi vida y me dolió mucho su partida.

>>Mi mayor miedo es tener que usar este recurso del dibujo para enseñarle al mundo mis emociones. El dibujo no es sólo un dibujo Adelyne, son mis sentimientos plenamente plasmados. Escuché que los poemas también son tus sentimientos escritos, incluso intenté hacerlo, pero mi fuerte no son las palabras ni las letras y en el dibujo encontré mi hogar.

  Escuché atentamente lo que Bastian me decía. Lo entendí porque algo parecido me sucede con la escritura. Sentí mucho dolor en sus palabras, pero a la vez supe que era alguien fuerte que había salido adelante gracias a sus dibujos. Era la primera vez que Bastian abría sus puertas para contarme su historia. No conocía este lado de él.

—En tu caso, Ade, tienes miedo a no encajar por ser tú. Ambos tenemos secretos y ambos necesitamos enfrentar nuestros miedos. ¿No quisieras enfrentarlos junto conmigo? —Me propuso.

  En ese momento le miré a los ojos como nunca antes lo había hecho.

—No sé —inhalé profundamente para intentar expresarme. —No tengo el valor de mostrarle al mundo lo que soy. Tuve que soportar el bullying de todas las formas posibles. Ser albina, ser diferente es motivo de burla, no de alegría.

—Pero eso conmigo puede cambiar Adelyne —su tono de voz era persistente.

  No estoy convencida de que eso pueda pasar, aunque tal vez sí, tal vez, con él sí.

  Posé mi vista otra vez en el cuaderno, no quería seguir hablando. Al voltear la página vi un lugar que reconocí.

—Ese del campo de fútbol de la High School —afirmé convencida.

Blanco. El color de mi Mundo. [En Proceso...]Where stories live. Discover now