Capítulo 34 (I)

4 2 2
                                    

Lara

Estoy indecisa. He hablado con Bastian sobre Adelyne, pero no sé qué hacer. Le he dado mil vueltas en la cabeza para tomar una decisión hasta que al final lo hice. Creo que no me arrepentiré. Por eso, en el horario del recreo me acerqué a Sophie que estaba sentada sola en un banco en el patio de la High School.

—Hola Sophie. ¿Cómo te va? —saludé amablemente sentándome a su lado.

—Bien ¿y a ti? —sonrió.

—Bien. ¿También tienes el turno de Ciencias después del receso? —le pregunté.

—Sí —respondió volteando los ojos en blanco.

—A mí también. ¡Qué aburrido!  —reí y ella asintió.

—Estoy de acuerdo —coincidió conmigo.

  Después que el ambiente estuvo relajado entre nosotras, entonces le pregunté con cautela:

—¿Has sabido algo de Adelyne?

—No. Estoy muy triste por lo que le pasó —comentó Sophie con una expresión de lástima un tanto fingida.

—Sí, claro. ¡La pobre! —exageré con un tono burlón.

—¿Por qué? —pregunta Sophie al ver mi expresión.

—Es que ella misma se busca las cosas. Tiene que aceptar su destino.

—¿A qué te refieres? —me preguntó ansiosa por saber.

—Yo la conozco desde que somos niñas y siempre ha sido así de patética —me expresé con mofa.

—¿Ya sabías que era albina?

—Sí, claro. Aunque no fui yo la que lo publicó en el sitio porque a penas sabía que un sitio así existía. Pero quisiera agradecerle a la persona que lo hizo —solté una carcajada.

—¿La conoces desde niña pero no son amigas? —preguntó vacilante.

—Ella creía que yo era su amiga. Pero nunca fue así.

  Sophie me miró con curiosidad. Abrió la boca para seguir hablando pero en ese momento el sonido de la campana de la escuela la interrumpió.

—Creo que seremos buenas amiga —concluí esbozando una sonrisa malévola.

  Entramos juntas al salón,  incluso nos sentamos juntas en las aburridas clases de Ciencias.

—¡Qué mal me cae la profesora! —susurró Sophie.

—Ja ja ja —intenté controlar mi risa cubriéndome la boca con la mano.

—La Ciencia es una asignatura importante para nuestra vida —repitió Sophie con los mismos visajes y ademanes que hacía la profesora de forma habitual.

—Te queda igualito —le dije en voz baja.

  Salimos juntas después de terminar la clase de Ciencias que se volvieron divertidas con Sophie. Íbamos saliendo de la escuela, nos sentíamos cómodas la una con la otra, a pesar de lo poco que hemos compartido.

—¿Vas caminando hasta tu casa o te vienen a buscar? —le pregunté a Sophie.

—Me vienen a buscar en un auto —respondió. —¿Quieres ir conmigo? ¿Hacia dónde es tu casa?

  Le expliqué mi dirección y quedamos en que me daría un adelantón hasta su casa y luego me iría para la mía, pero al llegar al hogar de Sophie, insistió en que me quedara un rato y luego me llevarían en el carro hasta mi casa y yo accedí a su invitación.

  Con sólo pararme frente a la puerta principal me di cuenta que estaría a punto de entrar a una manción. Las puertas enormes de la entrada eran imponentes por su grosor y la calidad de la madera. Aunque no supiera de carpintería era más que obvio que tenían calidad. Hice un esfuerzo grande para no abrir la boca a pesar de que estaba boquiabierta en mi interior.

  Entramos y me pareció como si entrara a un hotel o algún otro mundo. Tal vez a un palacio como el de las princesas de Disney. Todo estaba extremadamente pulcro y ordenado. El suelo brillaba y las paredes también, eran como espejos en los que podrías mirarte fácilmente.

—¡Qué casa tan pareciosa tienes Sophie! —elogié su hogar.

—Sí. Aunque... de nada sirve si siempre estoy sola —su voz sonó melancólica. —Por eso me gustó que aceptaras quedarte. Ven te mostraré los alrededores.

  Seguimos caminando por los enormes y espaciosos pasillos. Habían salones de todo tipo de cosas que no podía imaginar que existieran dentro de una casa. Juegos de billar, un gimnasio, un sauna, una piscina, un salón de baile con espejos y muchas cosas más. Claramente también habían criados, mayordomos, cocineros y otros más del personal que tenían diferentes labores.

  Luego de explorar un poco subimos al segundo piso, donde estaba la habitación de Sophie. Esta sí parecía una casa de princesas. Todo adornado en color rosa fucsia combinado con rosa pastel.

—¿Qué quieres hacer? —me preguntó Sophie. —Como ves, tienes varias opciones.

—Mm, no sé —dudé al responder. —Quizás sólo podamos hablar y pasar el rato sin hacer nada. Otro día tal vez podemos hacer alguna otra cosa. Digo, si me invitaras otra vez.

—Claro. Realmente, eres la primera persona a la que invito —me confesó. —A pesar de que siempre estoy sola, no puedo traer a nadie a cada.

—Si no puedes traer a nadie, entoces ¿cómo es que estoy aquí? —pregunté.

—Estás escondida —dijo riendo. —Pero no te preocupes, mis padres no lo notarán.

—¿Por qué?

—Están demasiado ocupados como para prestarme atención. Siempre tengo lo que quiero, pero, a veces eso no lo es todo. Aunque me cueste aceptarlo —se estaba abriendo conmigo. —Pero, bueno, quisiera preguntarte algo.

—Sí, te escucho.

—Mm... —dudó en hacer la pregunta. —Es sobre Adelyne. ¿Cómo es que ha podido sobrevivir, aún con sus diferencias?

—¿Adelyne? Siempre se han burlado de ella por ser albina —le conté. —Así que ha sobrevivido de milagro, por eso se oculta ahora en esta escuela.

—Y a parte de albina, quiere quedarse con el chico más guapo de la escuela —expresó Sophie un poco indignada.

—¿A quién te refieres?

—A Bastian.

—¡Ah! —exclamé.

—Desde que ella llegó está coqueteándole —dijo molesta.

—¿Y eso tiene algo que ver contigo? —pregunté, aunque ya tengo una idea del por qué su molestia.

—Bueno...

—Acaso... ¿te gusta Bastian? —quería que sonara a pregunta, pero creo que sonó más a afirmación...

Blanco. El color de mi Mundo. [En Proceso...]Where stories live. Discover now