Capítulo 11

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Bastian

  —Primero tengo que saber qué vas a comprar para poder ayudarte —le dije.

  Aunque la verdad era que quería saber el motivo de su visita al centro comercial.

—Es que, bueno... —hizo una pausa. —Busco un par de gafas.

—¿Gafas? —le pregunté y ella asintió.

  La observé detenidamente. Ahora que lo menciona, me di cuenta que hoy no las llevaba puestas.

  Me quedé unos segundos mirando sus preciosos ojos. Son de un azul diferente, hasta podría jurar que tienen tonos rojizos o morados.

  ¡Son hermosos!

  Vi como sus pupilas se dilataban y ese espectáculo me agradó. Su mirada pétrea me dejó sin habla.

  Lo único que no había cambiado era su nariz y boca cubiertos por una mascarilla.

  ¿Qué pensará en estos momentos?

  Decidí romper el silencio agradable que se había formado durante esta escena de miradas donde por primera vez sentí que el silencio era también hermoso.

—Bueno... —me aclaré la garganta. —Hoy no traes las tuyas, ¿se te rompieron? —intenté que mi voz no sonara temblorosa.

—No, es que... —dudó en responder, pero al final lo hizo —Mis padres me compraron lentes de contacto. Por eso vine por unas nuevas, pero sólo para el sol.

—¡Gafas! ¡Gafas! ¿Dónde era que estaban? —me llevé la mano derecha a la cabeza rascándome. —Están por aquí —bajé la mano y con la misma señalé hacia el frente.

  Caminé delante y ella me seguía a todas partes. Acompañé a Adelyne por todo el centro comercial. La llevé de aquí para allá dando vueltas. Lo hice a propósito, pues yo sé dónde quedaba lo que ella quería, solo tenía ganas de divertirme un rato.

—¿Falta mucho? Ya estoy cansada —dijo jadeando y apoyando sus manos en las rodillas.

  Le hice un gesto para indicarle que no, y con el rabito del ojo vi como resopló y volteó los ojos en blanco. Pero luego siguió tras de mí.

  En una de tantas vueltas, me detuve en un puesto, donde vendían maquillajes. La miré y le pregunté:

—¿No te maquillas?

—¿A qué se debe la pregunta?  —vi claramente en sus ojos que no entendía.

  Me gusta verla sin gafas, así puedo decifrarla mejor.

—Creo que con su color de piel quedaría bien un color durazno —mascullé con la mirada puesta en el mostrador.

  Le pedí a la tendera que me alcanzara un labial de ese color y pude ver como Adelyne me miraba con una ceja arqueada. Cuando tuve el labial en mis manos lo examiné y luego alargué la mano entregándoselo a Adelyne.

—Pruébalo, debe quedarte bien —ella miró con el ceño fruncido lo que tenía en mi mano.

—¿Yo? ¿Por qué? —me preguntó —Si es para tu chica, ¿no deberías dárselo a ella?

  Esta pregunta me dio risa. Yo no tengo ninguna chica. Aunque no le respondí, sé que se quedó con la idea de que era para alguien más.

—¡Ah! Ya sé. Es como en los dramas coreanos. Te recuerdo a tu chica y quieres ver si me queda bien para comprárselo —dijo orgullosa de su deducción y a la vez tomó el labial. 

  El pequeño roce de sus dedos en la palma de mi mano me electrificó.

  Sus ojos están sonriendo. Creo que piensa que está dentro de uno de esos dramas. ¡Qué cursi! Aunque no puedo negar que me gusta verla feliz.

  Se bajó el nasobuco y frente a uno de los espejos de la tienda, se pintó los labios con el creyón. Se veía hermosa, sabía que ese color le quedaría bien en sus labios finos.

—¿Cómo me veo? —dijo sonriendo.
  Puse mi mano en mi barbilla y le eché una pequeña miradita desde abajo hacia arriba.

—Bien, supongo —dije sin darle importancia y me reí al ver que hizo un mohín al oír mi respuesta. 

—Claro, a tu chica de seguro le quedará mucho mejor —volteó los ojos en blanco; y yo negué con la cabeza mientras pagaba por el labial.

  Después, volteé hacia ella y quedamos frente a frente. Di dos pasos para acercarme, estábamos a centímetros de distancia.

  Me incliné un poco más y llevé mis dos manos cerca de su cara. Mi intención era quitarle el cubre bocas que lo tenía puesto como un "babero". Ella dio un pequeño brinquito en el lugar, pero continúe. Mis dedos rozaron su oreja y luego le retiré las tiras del nasobuco.

—¿Qué, qué haces? —tartamudeó con los ojos abiertos como platos.

  Estaba tan cerca que sentí su respiración.

—Se te va a caer el pinta labios si lo dejas puesto —mentí.

  La verdad es que quería observarla sin nada que cubriera su lindo rostro.

  Luego de eso, me alejé para seguir caminando. Al fin, llegamos al puesto de las gafas. Ella empezó a dar vueltas de aquí para allá mirando y probándose diferentes modelos sin saber cuál elegir.

—No sé cuáles son mejores, ¿estas o estas? —dijo indecisa.

  Levantó su mano derecha con un par de color negro y la izquierda con un par negro pero con algunas perlas en los costados.

—Ninguna de las dos —le dije con cara de desaprobación. —Estas te quedarían perfectas.

  Señalé un par y fui a buscarlas. Son de color blanco, con el cristal oscuro.

  Le coloqué las gafas y la sostuve por los hombros. La encaminé y la puse frente al espejo. Vi que sonrió al verse, pero negó con la cabeza.

—Me llevo esas —le dije a la dependienta que atendía esa zona, luego le pagué.

—No quiero estas, además, traigo dinero para pagarlas —se quejó.

—Tranquila Gatita, te dije que por este día en general me debes un favor, no es tampoco un regalo. Y sé que te gustaron esas, no mientas —le guiñé un ojo.

  Adelyne no dijo nada más y eso me sorprendió. En silencio me siguió hasta las afueras del centro comercial. Sin que ella se diera cuenta dejé en la misma bolsa el labial y las gafas. También eché su nasobuco en mi bolsa, todo a propósito.

  La acompañé a su casa y antes de irme para la mía, le dije:

—Gracias por acompañarme hoy.

—De nada —dijo automáticamente. Y yo me eché a reír.

  La que debía dar las gracias era ella. Después que se dio cuenta, también empezó a reírse.

—Nos vemos mañana en la escuela Adelyne —me despedí.

—Gracias —dijo sonriendo para luego agitar su mano. —Nos vemos.

Blanco. El color de mi Mundo. [En Proceso...]Where stories live. Discover now