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~Milan Martin~
14 años atrás...

La vida muchas veces no es como nosotros queremos que sea, la infidelidad de Lilith-june me había enseñado esa lección, a pesar de que habíamos decidido superarlo a veces era difícil no recordarlo. En serio está mujer era el amor de mi vida, aquella que el corazón no podía dejar de amar y eso se hacía más evidente cuando la veía con mis hijas.

~×~

En el transcurso del primer año de vida de mi hija menor me había tenido que adaptar a ciertos cambios de rutina que no había compartido con mi primogénita, arroparla por las noches era un ejemplo.

—A ver, dámela. Tiene hambre y tú no tienes leche —se burló mi esposa con su encantadora risa y le di a la bebé que lloraba a mares.

Hasta para comer la prefieren a ella, ¿donde quedó el amor por papá?

No importaba, yo lo daría todo por cualquiera de las tres. Eran mi vida entera.

Me acerco un poco a mí esposa y beso su cabeza.

~×~

Estoy en el mismo hospital que siempre, trabajando hasta tarde para poder pagar la casa en la que mis niñas crecerán. Comienzo a creer que haber ascendido de puesto no fue tan buena idea, al principio miraba más a mi familia, pero poco a poco el trabajo me consumió al igual que antes, claro que la paga era mucho mejor y eso me reconfortaba en cierta medida.

—¡Aquí estás! Estuve buscandote por todos lados —mi mejor amigo hizo su aparición en mi consultorio.

¿Había estado buscándome? Estuve aquí desde siempre.

No ganaría en un juego a las escondidas con mis hijas, eso seguro.

Otra vez me encuentro en la misma situación que el mes anterior: las citas de mi esposa para las quimioterapias se estaban juntando y el hospital debía tener una repuesta, si seguiríamos con el tratamiento o le darían el espacio a un paciente que sí quisiera asistir a las citas. El asunto era que desde que habíamos tenido nuestra segunda hija mi esposa se mostraba testaruda en cuanto a regresar al tratamiento y de verdad no quería tener un pleito con ella cuando apenas llevábamos el matrimonio cuesta arriba. Solo necesitaba tiempo.

Claro que eso era lo que menos tenía.

Entonces decidí no continuar el tratamiento hasta que ella misma lo pidiera.

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