18.

27 5 72
                                    

~Lilith-june Anderson~
5 años atrás...

El desayuno con mi familia fue en silencio. Disfrutamos la comida y ninguno pronunció palabra, ni siquiera Evora que era bastante complicado que se quedase callada, así habían permanecido desde que se habían enterado que ese mismo día yo iría a la última quimioterapia que tenía programada y esperábamos que fuese suficiente para poder concluir con este infierno que llevaba años cargando y al que mis hijas también habían sido arrastradas. Él se portó muy atento en todo el proceso desde que me conoció. Ahora mismo me sentía ansiosa al desconocer el resultado.

Me di la vuelta y coloque los platos en el fregadero. Milán estaba ahí y no tuve que pedirle que limpiara los platos porque lo hizo sin rechistar.

Entré a mi auto luego de recoger todo en casa. El camino fue tedioso pues lo hicimos en un sepulcral silencio. La familia Anderson se perdía de uno de los momentos que definiría mi vida, pero ya no me importaba desde que acepte que papá no se interesaba en mi salud, nunca lo había hecho. Cuando era adolescente imaginaba que eso cambiaría con en tiempo, aunque lo único que había cambiado era mi esperanza por que él lo hiciera.

Él levantó la cabeza esperando que saliera del auto.

—Parece que me he quedado en mis pensamientos otra vez, ¿o no, Milán? —me tomó la mano y en un asentamiento acompañado de una cálida sonrisa me dio la razón —. Subamos y acabemos con esto de una vez por todas —las niñas nos siguieron y entramos al hospital con esperanza en nuestras almas.

—¡Ahí está el Dr. Sebastián! —dijo la pequeña de mis hijas.

Evora y su emoción por todo.

Él se quejó alejándose un poco de los pacientes con los que conversaba cuando mi hija saltó a sus brazos.

—Solo quería saludar, no fue su intención interrumpirlos.

—Ustedes adelantense. Las alcanzo luego —nos pidió mi esposo con una sonrisa y se quedó con su compañero de trabajo —. ¿No crees que puedas cubrir mi turno mientras estoy con Lilith-june? —fue lo único que escuche antes de irme de allí.

—Las cosas pueden cambiar hoy. Solo quiero pedirles que, pase lo que pase,   sigan siendo las mismas niñas felices de siempre. Sobretodo tu, mi pequeña Evora.

Las abracé con todo el cariño que les tenía. Pero por mucho que intenté no pensar en él me fue imposible. Una parte de mí corazón todavía estaba herido por lo que le había hecho a Benjamin.

Ella alzó una ceja queriendo saber que me pasaba.

Entonces reí y negué.

—Ahora vamos —declaré y así lo hicimos —. Lo siento chicas, mi pueden entrar. Isana, estás a cargo.

—¿Ingresamos ya? —me preguntó la enfermera viéndome fijamente, yo la seguí.

—No sé por qué, pero me siento nerviosa Andrea. Me digo a mi misma que no me preocupe, pero es imposible.

—Eso es normal. Tranquila —cerró la puerta detrás de sí y me pidió que me sentara en esa fría silla—. Ok, vamos a comenzar. Respira profundo y cuenta hasta tres —solo sentí el dolor de la inyección.

Ella asintió sintiendo mientras el líquido se movía en mi cuerpo. Caminábamos mientras bromeabamos de lo valiente que había sido, solo necesitaba esperar un poco más por el resultado.

—Al parecer el resultado está listo.

Le di un golpe al piso con mi pie, luego otro y otro más, Andy sabía que ese tic lo hacía cuando estaba nerviosa.

Beginning Where stories live. Discover now