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~Lilith-june Anderson~
13 años atrás...

Odiaba vivir con la angustia de si mis hijas tendrían que sufrir el mismo destino que yo, por suerte, este sería el último examen que haríamos de esta índole porque no planeaba tener más bebés.

Y aquí estábamos.

Esperamos el resultado que podría cambiar nuestras vidas significativamente, solo le pedía a todos los astros que fuera negativo, como lo fue con mi primera hija.

—Ábrelo —me pidió mi esposo, era mi turno de hacerlo, él había abierto el sobre anterior hace años.

Lo único que pido es que mis niñas no tengan que cargar con una enfermedad así.

—¡Como debe ser: es negativo! ¡Ay, Dios mío! Que buena noticia —celebro entre sus brazos —. Te amo, cielo.

Baja mi cuerpo con delicadeza y sonrió al ver a Nisa dormir plácidamente, está sana y salva.

—Seguiremos con nuestras vidas tal y como están, sin ninguna enfermedad mortífera que amenace nuestra felicidad —digo y mi esposo me ve desanimado —. No te preocupes por mí, cielo. La enfermedad no me ha molestado en estos años, quizás ya me he acostumbrado a ella.

—Así es, eres una mujer fuerte, de eso no tengo duda.

Milán se acerca nuevamente a mí y deposita un tierno beso en mi boca, pero siento la preocupación que lo atormenta por lo que pueda pasarme en cualquier momento.

~Dallas Clutier~

Para un padre era difícil que sus hijos tuvieran que vivir con una enfermedad que ponía en riesgo la calidad de vida que pudiera llevar; para mi el saber que mi pequeño niño estaba destinado a sufrir por mis errores me estaba matando.

Ahora me arrepentía de haberla amado.

Buscamos un tratamiento para la enfermedad y a los mejores doctores de la ciudad, eso sería un buen comienzo para afrontar la situación.

Los primeros meses me había sentido tan débil y culpable de lo que le sucedía a Benjamín que necesite todo el amor que podía brindarme mi madre y también mi esposa.

Observaba como mi pequeño hijo crecía normalmente, como cualquier otro niño de su edad. A excepción de que debía tomar sus medicamentos cada día para que su cuerpo no siguiera produciendo células dañinas para él.

—Un niño tan puro como él no merece esta vida.

—Amor, ya hemos hablado de esto. No podemos hacer nada al respecto, solo aceptar y afrontarlo como familia —me recordó mi esposa con su tono amoroso de siempre.

—Gracias por siempre ser mi esperanza —la tomo de las manos y la acerco a mí para darle un abrazo en el que le demuestre mi amor eterno.

Realmente ella es la mujer de mi vida.

Parece que mi madre ya aprendió como usar el FaceTime —digo cuando mi teléfono se enciende con una videollamada de la mujer que me dio la vida, contesto —. ¿Alo? Hola, ¿mamá?

Respondo pero ella no, ¿ahora que?

—¡Ay, hijo! No sé cómo usar esto todavía, pero quería saludarte y ver cómo están todos por allá —de pronto lo único que la cámara enfocaba era su nariz y los vellos que en ella habitaban, no pude contener la risa ante eso.

—Yo creo que estaríamos mejor si viera tu cara en vez de la mucosa nasal que tienes.

Mi madre comenzó a pelear con su teléfono inteligente mientras Tara y yo reímos con ganas. Entonces le creí a lo que ella había dicho minutos atrás: superaríamos esto juntos, como familia.

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