23.

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~Lilith-june Anderson~
Presente...

Desperté rodeada de un cuerpo pequeño que no pertenecía a mi esposo, el que amanecía usualmente conmigo.

Arreglé el desastre que tenía por cabello y poco a poco despertó ella también.

Abrí la puerta del baño y entré a hacer mis necesidades.

Los labios de mi hija pequeña me regalaron un tierno beso cuando llegué nuevamente a la cama, no sabía por qué ella había amanecido en mi cama o donde estaba su padre, pero era lo de menos viendo esa mirada de preocupación en su tierno rostro, algo me decía que quería decirme algo y no se atrevía, por eso mi curiosidad aumentaba cual niña pequeña. Y sin poder evitarlo lancé la pregunta.

—Estoy bien mami. No tengo nada —le hubiera creído si su voz tuviera un poco de certeza.

Sus labios dieron pequeños movimientos intentando no temblar, ¿que tenía a mi pequeña así? Me di la vuelta y la traje hacia mi.

Sin avisar, me separó de ella y entre vueltas llegó al otro lado de la cama. Ese movimiento me volvió loca pensando que se iba a caer. Ella rió y levemente se liberó de esa angustia que emanaba.

—¿Me dirás qué te ocurre? —la cuestioné.

—Ok, te diré.

Se inclinó sobre mi y se recostó en mis piernas, amaba hacer eso cuando había tormentas y le asustaban.

—¿Es cierto que una infidelidad acaba con una relación?

—No lo creo, depende más de cada persona el como afrontar la situación. ¿Por que quieres saber sobre eso, Nisa? —le digo con el ceño fruncido y ella me brinda una sonrisa pretendiendo verse inocente.

—Oh, porque mi hermana dijo algo sobre que tú podrías ser infiel —soltó en un murmullo.

¿Su hermana dijo que?

Me relamí los labios pensando en que decir a continuación.

Giré y comencé a moverme para que me viera a los ojos, necesitaba saber que no había escuchado mal. La sensación era inigualable, tenía un nudo en la garganta por lo que Isana podría estar pensando. Una de sus manos buscaron las mías.

Me moví combinando un poco de autocontrol y el miedo que tenía de decir cualquier cosa.

Mi esposo y mi hija mayor estaban en otra habitación aunque me agobiaba la reacción de cada uno. Llegamos al silencio sepulcral después de lo que Evora había dicho, en esa situación me parecía que cualquier palabra que dijera podría afectar la imagen que mi  pequeña tenía de mi, por lo que ella decía su hermana ya lo había hecho. Mis dedos hicieron figuras en sus manos controlando mis nervios. Me despegue y besé sus manitas.

—Dejame decirte algo, Evora. La relación entre tú padre y yo no tiene porqué ser su preocupación. Estamos bien, lo prometo.

—¿En serio? ¿No van a separarse? —preguntó.

Me di la vuelta para evitar mirarla fijamente. Sonreí y la imagen de mi esposo apareció en mi mente, en verdad estábamos bien. Sus ojos me observaron en busca de una respuesta, estaba segura de lo que diría, ahora sí.

—Incluso si ustedes lo quieren. Tú padre y yo estaremos juntos. Como juramos en nuestros votos —le digo —. Entonces no pienses en eso. Que no sea tu preocupación.

—Una preocupación menos —ríe y me contagia con su felicidad —. Ok, ¿podemos ir a comer?

—Eres increíble —reímos al unísono.

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