O2 : verdad.

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—¡¿Qué hiciste qué?! —gritó Rosé, importándole poco que los demás puedan verla

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—¡¿Qué hiciste qué?! —gritó Rosé, importándole poco que los demás puedan verla.

—Ya tranquilízate, tu olor a perro amargado no me intimida.

—¡Somi! —volvió a gritarle.

—Solo te organicé una cita. ¿Qué tan feo es? —rodó los ojos.

—¡Yo no quiero involucrarme con nadie! —la miró fijamente—. ¿Quieres que lo humille como a todos los demás? Porque si es eso, créeme que no tengo problema alguno.

—¿Por qué eres así? ¡No te entiendo!

—¡De seguro mi mamá te lo pidió! —soltó un leve gruñido—. Tendré que hablar con ella.

—Ella solo quiere verte mejor, tu mamá también pasó por un mal momento pero ¿Acaso la ves derrotada?

—No es lo mismo. —murmuró.

—¿En serio? Yo creo que su problema fue más grave, es decir, que su alfa, esposa y madre de su hija a la vez la haya dejado, es verdaderamente fatal para cualquier ser en esta tierra.

—No es necesario que me lo recuerdes. —siseó molesta.

—Pero es la verdad, una verdad que tu madre ya afrontó y siendo una omega pudo soportarlo. ¿No tienes idea de cuánto duele un lazo roto? Es más, de seguro no sabes qué se siente al saber que la pareja que tuviste no fue tu destinada.

—Tú tampoco lo sabes. Y ese cuento de los destinados no existe —en su garganta se formó un agrio nudo—. Ella se fue porque así quiso, no le importó que pasaría después.

—Quizás yo tampoco lo sepa. Pero le tengo un gran cariño a tu madre y trato de entenderla. La admiro mucho, Rosé, es una gran omega que a pesar de todo solo vela por tu bienestar —la alfa menor la miró—. ¿Y tú como estás tan segura de que los predestinados no existen? Tal vez-...

—Esas tonterías solo son cuentos para estúpidos. Mi felicidad no es tener un omega. ¿Por qué mierda no entienden eso? —frunció el entrecejo.

—No se trata de solo emparejarte con cualquier persona, se trata de que te des la oportunidad de conocer a alguien que quizás tenga mucho en común contigo.

—No existe nadie así, es imposible que alguien más puede soportarme.

—No digas eso.

—Es la verdad y tampoco es como si quisiera a alguien. Estoy bien sola y así me voy a quedar. No quiero enredos, no quiero problemas, no quiero rupturas ni cambios. ¿Entiendes? No quiero absolutamente nada.

Jeon suspiró cansada. A veces, lidiar con la de cabello lila era demasiado difícil.

—Yo sé que algún día lo querrás, Rosé. ¿Te imaginas compartir momentos que más te gusten con la persona que te gusta, con aquella persona que te haga sentir especial? —un brillo especial se instaló en la alfa rubia.

la princesa y la plebeya. | chaelisaWhere stories live. Discover now