3O : presentación.

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—Espera, Rosie. —la omega la llamó, deteniéndose para que la mencionada también lo hiciera.

—¿Ocurrió algo? —reforzó el agarre que tenía impuesto en la mano contraria y la observó con atención.

Ambas se encontraban caminando cómodamente luego de haber tomado un taxi para acortar la distancia y el tiempo. Realmente no faltaba mucho para llegar a la casa de la Australiana.

Eh, no es nada malo. —le sonrío brevemente—. Yo solo quería saber si, uh... Si sería bueno comprarle algo a tu madre. —comentó con duda y pena, aún no estaba totalmente preparada.

—¿Pero qué dices, Lis? —sacudió su cabeza, mirándola con ternura desbordante—. Tú eres la invitado especial, no debes hacer nada de ello. Impresionarás a mi mamá tan solo con tu presencia.

La omega sintió sus mejillas arder ante el comentario.

—No estoy tan segura de eso, no lo digas otra vez.

—Así será —chasqueó la lengua y aprisionó la cintura de la más baja entre sus brazos. Cambiando de posición para seguir con el trayecto—. Ya verás que todo saldrá bien. —murmuró tenue, con los gruesos labios paseando delicadamente por el blanquecino cuello. Mediante el aroma podía sentir que la omega seguía muy nerviosa—. Confía en mí. —le dejó un casto beso en donde algún día estaría su marca y se alejó para nuevamente tomarla de la mano.

Los pasos se fueron acortando y, en menos de lo esperado, la joven pareja ya se encontraba frente a la pulcra puerta de roble.

—Es aquí. —tomó las llaves del bolsillo de su pantalón para disponerse a abrir la entrada, mas esto no fue posible porque de ella salió repentinamente la razón por la cual Lisa estaba insegura.

—¡Ya están aquí! —chilló con emoción—. ¡Bienvenida, Lalisa! —la aludida fue apartada de la alfa para ser abrazada fuertemente por la omega mayor—. No sabes lo emocionada que estaba por conocerte. Cuando Rosé me lo dijo ni siquiera pude creerlo.

—Mamá. —trató de intervenir la de cabello lila, algo incómoda.

—¡Pero mírate! —y obviamente su madre no le prestaba atención—. Eres una omega adorable y preciosa con esos ojitos grandes y las mejillas ruborizadas.

Lisa sintió que su cara estaba caliente cada vez más. Y de cierto modo, se sentía aliviada al ver que la mamá de la alfa era una persona sumamente dulce y parlanchina. Sinceramente ella, hasta se esperaba a esos típicos suegros que odiaban a las parejas de sus hijos por robarles la atención, vaya calma al comprobar que su suerte era grande.

—Rosé me ha dicho que eres muy inteligente y además de eso, creo que eres muy valiente.—sonrió al ver el rostro confundida de la menor—. Demasiado valiente diría yo al saber cómo es de difícil y brusca esta niña.

La castaña soltó una risita baja y armoniosa, sintiendo como las manos de la alfa se adherían a su cintura.

—Mamá, ya es suficiente. Mejor pasemos ¿Sí?

Hey, hey, nada de tocar. —le advirtió, dándole palmadas en las manos para que soltara a Lisa.

—¿Qué? Pero. ¿Por qué? —casi enmudeció, totalmente incrédula ante lo que estaba presenciando—. Estamos saliendo y-...

—Y nada jovencita —le interrumpió—. De eso hablaremos después, la decisión más importante la tomarán los padres de Lisa.

—Tienes unas ideas tradicionales tan anticuadas. —rodó los ojos.

—¡Rosé! —y para su sorpresa, fue regañada a la misma vez por ambas omegas.

—Es algo importante para todo omega al ser cortejado, así que lo mejor es que vayas acelerando el paso porque Lisa es una omega tan bonita que de seguro hay muchos alfas queriendo su atención. —la de cabello lila reprimió un gruñido de tan solo imaginarlo—. Y ese es otro tema muy largo que podremos hablar después.

Lisa se le fue arrebatada una vez más de las manos de la mas alta gracias a la omega mayor, quien muy alegre y entusiasmada, dirigió a su futura yerna dentro de la casa.

—Ponte cómoda en la mesa, estuve alistando todo y solo faltan los cubiertos.

—Iré yo. —avisó Rosé con una resplandeciente sonrisa—. Ustedes siéntense, omegas.

La castaña le correspondió de manera tímida, tomando una silla y dejando otra para la alfa. Sandara se sintió complacida por la manera en cómo su joven hija miraba completamente enamorada a la omega menor. Jamás pensó que algún día aquella escena se hiciera realidad.

—Realmente estoy tan feliz con todo esto —empezó la mayor, ganándose la atención de Lisa—. Desde aquel día en que mi lazo se rompió, el corazón de mi cachorra también lo hizo. —su voz fue poco audible, los recuerdos siempre podían dañar de alguna manera.

La castaña sintió un choque de sorpresa instantánea. ¿Un lazo rato? Eso sin duda era algo complicado y doloroso para cualquier omega u alfa que haya estado profundamente enamorado. Las emociones y sensaciones compartidas en una pareja morían o decaían en una honda tristeza, afectando aún más a su lado lobuno, ese que amaba sin inhibiciones, ni prejuicios.

—Pero es algo que logré superar por mi bebé —sonrió con un deje de tristeza—. Lo único que me siguió preocupando fue cómo iba a hacer para que Rosé cambiara de cierta ideología errónea. Ella también fue decepcionada y llevada a otra realidad que no merecía conocer.

Lisa posó su mano sobre la de Sandara y la apretó suavemente, dándole a entender que estaría ahí para apoyarla como una nueva miembro de la familia.

—Sin embargo, con tu llegada a su vida, con todo lo que me ha contado sobre ti y los sentimientos que empezaba a conocer por tu causa, puedo decir que esto siempre estuvo planeado por la Diosa Luna. —correspondió el toque—. Estoy muy agradecida porque mi cachorra va a aprender a amar y será amada, y eso es algo realmente bonito de vivir.

—Al comienzo no fue fácil, pero poco a poco Rosé y yo lo estaremos logrando. Los agradecimientos son míos por permitirme ser compañera de su hija.

—Ustedes son pareja destinada, y eso nadie lo cambiará —su sonría fue más amplia—. ¿Por qué me opondría yo? Solo quiero ver como todo esto florece y de aquí a un par de años cargar a mis nietos. —bromeó con la última frase.

—S-Señora Sandara. —se quejó con suma vergüenza y sus mejillas volvieron a colorearse de un tono rosa.

La aludida rio.

—No me digas señora, me haces sentir muy vieja. Solo llámame Dara, suena más lindo. —arrugó su nariz y sonrió, contagiando su buen aura a la joven Tailandesa.

Ambas llevándose realmente bien frente a Rosé, quien ya se imaginaba un cálido momento familiar cuando Lisa sea oficialmente su omega en todo el sentido de la importante palabra.

Después de todo, el mediodía y casi toda la tarde fue decorada de charlas, sonrisas, bromas y comentarios simpáticos. Nada mejor que pasar el tiempo con las personas que más amas, Rosé se sentía totalmente afortunada.

 Nada mejor que pasar el tiempo con las personas que más amas, Rosé se sentía totalmente afortunada

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la princesa y la plebeya. | chaelisaWhere stories live. Discover now