19 : celos.

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La castaña estuvo merodeando por el pasillo en busca de su respectivo casillero. Era temprano así que decidió tomarse el tiempo con calma.

—¡Lisa, Lisa! —el alegre llamado de la pelinegra la hizo detenerse.

—¡Jendeukie! —sonrió ampliamente, corriendo con rapidez hacia los brazos extendidos de la alfa.

—¿Cómo amaneciste, eh? —preguntó en tono dulce. Abrazándola por un buen tiempo.

—Muy bien. ¿Y tú?

—Igual que siempre, con mucho sueño. — bromeó, separándose de la omega—. Pero muy, muy feliz de verte.

—No exageres~ —golpeó levemente su abdomen.

—Un día es como un año para mí. —dramatizó, haciendo reír a Lisa—. Pero no importa, vamos a dejar nuestras cosas. —rodeó los hombros de la más alta y juntas se dirigieron hacia dicho lugar.

Al llegar, Jennie fue mucho más rápido en coger sus cuadernos y cerrar su casillero, para luego recostarse de lado y observar a la omega con curiosidad.

—¿Y pasó algo? —cuestionó, intentando ocultar su traviesa sonrisa.

—¿Sobre qué? —terminó con su trabajo y se puso frente a la mayor.

—No sé, quizás sobre cierta alfa de cabello lila. —se encogió de hombros. Felicitándose mentalmente al ver las sonrosadas mejillas de Lisa.

—No sé a qué te refieres. —su mirada vaciló con timidez.

Oh, claro que sí sabes. —canturreó divertida.

—¿Por qué no nos vamos ya, uh? —la evadió, empezando a caminar rápidamente.

Lisa no tenía pensado contar algo con respecto a Rosé. ¿Y si la alfa se enojaba? Aún no podía pasar por alto todo el mal genio que Park se cargaba cuando se trataba de algún omega. Manoban no quería correr algún riesgo.

—¿Por qué huyes? ¿Pasó algo significativo? —fue detrás de ella.

—No digas esas cosas. —apegó los cuadernos a su pecho—. Somos amigas y ya, no hablemos de ese tema.

Hey, espera. —posó su mano en el hombro de la castaña.

Suelta a mi omega. —la voz de Rosé hizo acto de presencia.

Lisa instintivamente se quedó quieta por completo. El tono era muy fuerte para su loba y sabía de sobra la dueña de aquella voz solo podía ser la Australiana.

La pelinegra se alejó de la omega para dar vuelta y ver a Rosé. Haciendo que Lisa hiciera lo mismo, sintiendo como el aroma de Park estaba medio agrio debido al enojo.

—¿Disculpa? —arqueó una ceja. Kim podía ser una chica muy educada y alegre. Pero al ser alfa, su loba tampoco podía dejarse mandar por otro.

—Te disculpo. —sonrió ladina—. Solo quería aclarar que soltaras a mi omega.

Si bien Lisa estaba sonrojada, esta vez el color carmín en su rostro fue mucho más efusivo.

—¿Qué? —susurró incrédula, no siendo notada.

—Déjame pasar. —le gruñó, intentado rodear a Jennie.

La pelinegra colocó sus manos en el pecho de Rosé, empujándola.

—No permitiré eso. ¿Eres consciente de cómo estás? Asustarás a Lisa. —le devolvió el gruñido.

—Tú no eres nadie para decirme qué hacer. —la encaró, su mandíbula estaba notoriamente tensa y su mirada trataba de dominar a Kim.

—Estás haciendo un maldito problema por nada.

—¿Te parece poco tocar a mi omega?

—¡Deja de usar esa puta voz! —bramó con fuerza—. Ponte límites, Park.

—¿Y sino qué?

La castaño se alarmó, por más que sabía que estaba corriendo peligro al presenciar una discusión entre alfas, su loba le decía una y otra vez que calmara a Rosé.

A su alfa.

—¡Espera, espera! —la omega dejó sus cuadernos en el suelo y por instinto, abrazó a Park fuertemente—. Cálmate, respira con tranquilidad. —le susurró con suavidad.

Jennie retrocedió al ver las acciones de la omega. Realmente quedó escéptica ante la imagen que parecía muy lejos a ser posible. No lo dudó mucho y salió de aquel pasillo rápidamente.

Las cosas parecían haberse calmado.

La de cabello lila sostuvo a Lisa de la cintura, llevando su nariz a la unión del cuello y hombro de la omega en donde su aroma era mucho más fuerte.

—Así, tranquilízate por favor. —comentó, dejando suaves caricias en el cabello de la alfa.

Suspirando de alivio al ver que la respiración de Rosé en su piel empezaba a regularse.

Lisa intentó soltar sus feromonas, sintiendo luego que la mas alta rodeaba su torso con ambos brazos de manera posesiva. La nariz de la alfa rozaba su cuello con delicadeza, aspirando el dulce aroma a manzana y caramelo.

—¿Estás mejor? —dudó al momento de preguntar. Pero de cierta forma se sentía bien al notar que Rosé no había reaccionado de mala manera—. Lamento si te incomodo. —llevó sus manos a los hombros de la alfa intentando separarse.

—No, no, espera. Solo un poco más. —pidió suavemente. Acercando a Lisa hacia su pecho de nueva cuenta.

Park no podía evitarlo. La preciosa omega destilaba un aroma tan suave y dulzón que la hacía sentir cálida y relajada.

Una sensación completamente maravillosa. Una tan fuerte que pudo calmar con los golpes de su loba debido a los incontrolables celos.

Había mucho que aprender y mejorar. Pero con Lisa a su lado, la neblina empezaba a desaparecer lentamente.

 Pero con Lisa a su lado, la neblina empezaba a desaparecer lentamente

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la princesa y la plebeya. | chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora