16 : tulipanes.

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Habían pasado dos días desde aquel gran susto que sintió Lisa cuando la alfa la había seguido. Sin duda alguna ese había sido un día muy extraño, ya que su loba no se mostró temerosa ni nada parecido. Al contrario, sintió como si la cercanía y el aroma de Rosé fuera lo único que necesitaba.

Negó varias veces, quizás su loba estaba totalmente confundida, Lisa no quería problemas con la alfa.

Ahora mismo se encontraba descansando en las áreas verdes de la universidad, faltaba poco para retomar las últimas horas de clases y la omega solo estaba sentada en el grass. Realmente aburrida porque su mejor amiga no había asistido hoy. Soltó un corto suspiro y recostó su espalda en el frondoso árbol.

Llegó a sumirse en vagos pensamientos hasta que aquel olor que ya tan familiar se le hacía, se coló por sus pequeñas fosas nasales. Rápidamente su loba comenzó a removerse y saltar, mientras que ella alzó la mirada tratando de ponerse alerta ante cualquier cercanía.

Justamente cuando vio a Rosé, tomó la mochila entre sus manos e hizo el ademán de levantarse. Mas no pudo hacerlo porque la alfa casi corrió hacia ella.

—¡No, espera, no lo hagas! ¡Por favor! —rogó la de cabello lila.

Pero de igual forma Lisa se levantó haciendo que ambas quedaran frente a frente.

—¿Qué quieres? —sonó tan a la defensiva, con el ceño fruncido y las manos apretando fuertemente las correas de su mochila. Se felicitó mentalmente el no haber sonado como alguien asustada o nerviosa.

—Yo quería hablar contigo, no huyas otra vez. —respondió de manera calmada y suave, sorprendiendo a la omega en demasía.

¿Era esa la misma alfa que casi golpeaba a su mejor amiga?

—No hay nada de qué hablar. Ni siquiera nos conocemos.

—Claro que sí. Tu nombre es Lalisa. —mi omega—. Tú sabes el mío también.

—Pero eso no significa nada. —ahora era la omega quien pensaba que Rosé se comportaba de manera muy extraña.

La mayor resopló lentamente, sabía que tratar con Lisa iba a ser algo complicado.

—Bien, sé que mi actitud no fue la mejor en los días anteriores. —la omega asintió—. Pero es por eso mismo que he vuelto a venir a ti para pedirte disculpas.

—¿Tú? ¿Disculpas? —la castaña quedó totalmente escéptica.

—Así es, me disculpo por todo, incluso por lo de tu —evitó soltar un gruñido—, por esa alfa que es tu amiga.

—¿Jendeukie? —la de cabello lila mordió su labio inferior al escuchar la manera dulce en la que se refería a la pelinegra, no era momento para enojarse de cosas sin importancia.

—Jennie, querrás decir Jennie. —corrigió.

Bueno, al menos Rosé hizo el intento.

—Pues creo que deberías decírselo a ella personalmente.

—Pero me importas tú. —dijo de manera rápida, sin siquiera haberlo pensado.

Los ojos de la omega se expandieron sorpresivamente. ¿En serio había dicho eso?

No, no, Lisa, se recriminó mentalmente.

—Es decir, yo, bueno... —resopló de nueva cuenta—. Soy consciente de que te hice asustar con mi comportamiento, suelo ser muy impulsiva la mayoría de las veces y aún se me es difícil poder  tomar el control. Lo pensé en estos días, créeme. Y al conversar con mi mamá, ella me hizo entender mucho mejor las cosas.

la princesa y la plebeya. | chaelisaWhere stories live. Discover now