31 : valor.

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—Han pasado apenas un par de días, pero ya lo decidí. —interrumpió el tema de conversación mientras reforzaba el agarre que tenía sobre la mano de la omega.

—¿A qué te refieres?

—Que tenemos que ir a ver tus padres —los ojos de Lisa se abrieron en máxima sorpresa—. Quiero pedirles permiso para cortejarte oficialmente.

—¿Ha-Hablas en serio? —murmuró bajito, con timidez—. ¿No estás jugando? —intentó calmar la conmoción y el fuerte choque que aquellas palabras le habían causado. Sabía muy bien que Rosé era su pareja destinada, pero es que le parecía irreal lo que estaba sucediendo. Era algo que nunca había experimentado y de cierta manera la hacía sentir bien consigo misma, se sentía hermosamente valorada. Incluso su loba se regocijaba con alegría y orgullo al tener una alfa dispuesta a todo por ella.

Rosé se detuvo abruptamente, quedando frente a la castaña e importándole muy poco que las miradas de los demás cayeran sobre ellas.

—¿Por qué estaría jugando? —intentó ser suave, observando como la omega mordía su labio inferior y no le respondía—. Es obvio que no, Lis. Es algo muy importante que incluso ya estoy muriendo de nervios.

Intentó bromear, sonriendo de lado al ver que una de las comisuras de la omega se alzaban livianamente.

Uh, es que yo... —intentó hablar, pero de inmediato fue abrazada por la alfa. Su pequeña nariz topándose con el cuello adverso e inhalando el cálido aroma a menta y canela, mientras que los brazos de Rosé la apretujaban haciéndole sentir segura y mimada.

—Tranquila, si no puedes no respondas —contestó mientras acunaba el rostro de Lisa—. Solo intenta no decir cosas como esas. ¿Por qué bromearía con el cortejo hacia una omega tan bonita como tú? —ambas se miraron fijamente, la alfa quería decir lo que sentía y pensaba con sinceridad—. Eres más valiosa que cualquier otra persona que intente dañarte; más que esos omegas que solo intentan ser el centro de atención sin nada bueno en el corazón, sin nada racional en la cabeza y que solo se dejan llevar por cómo se ven físicamente. No se trata solo lo que tú piensas, Lis. Tienes todo lo que alguien pueda querer y si no lo ves, no te preocupes, yo lo veo en ti y me encargaré que poco a poco te des cuenta. Total, tenemos toda una vida por recorrer. ¿Cierto?

La omega sonrió delicadamente, con la sensibilidad a flor de piel luego de haber escuchado a Rosé. Su corazón latía con emoción e internamente agradecía a la Diosa Luna por haberle hecho coincidir con alguien tan dulce como solo la alfa podía ser.

Sus pensamientos fueron instantáneamente borrados cuando sintió los gruesos labios de Rosé tocar los suyos con calidez y sutileza. Un solo movimiento en donde encajaron perfectamente sus belfos, un toque casto y frágilmente profundo que podía hacerle sentir en las nubes.

—Te quiero y estoy empezando a amarte con lentitud, sin prisa —susurró luego de separarse mínimamente de la boca de la castaña—. No importa lo que el resto diga, solo apoyémonos y confiemos en nosotras. ¿Sí?

Lisa sonrió, asintiendo con efusividad y rodeando el cuello de la alfa con ambos brazos. La quería con ella, formando una vida juntas. Y si eso significaba empezar a dar los primeros pasos, estaba totalmente dispuesta.

La campana interrumpió el momento, indicando que el receso había culminado –para el disgusto de la pareja– y tenían que volver a clases.

—Nos vemos a la salida. Te esperaré en nuestra pequeña zona del campus.

—Está bien, hasta luego. —y justo cuando la alfa iba a dar media vuelta, la sostuvo de la muñeca.

—Yo también te quiero. —murmuró apenada, dándole un corto beso en la mejilla para luego correr hasta su respectiva aula.

Rosé sonrió embobada, llevando su mano a la zona en donde los labios de su omega habían estado efímeramente. Era suave, un toque puro que lograba enamorarla cada vez más y hacer saltar a su loba por todos lados. Negó con la cabeza sintiéndose alguien diferente, Lisa sacaba una mejor versión de ella y se sentía complacida.

***

—Vaya, entonces... ¿Es cierto que la egocéntrica de Park te está tomando como algo serio?

Una voz poco amigable sonó detrás de la castaña, quien ya estaba dispuesta a irse en busca de Rosé. La otra omega al sentirse ignorada, caminó apresuradamente hasta estar frente a frente con la más alta.

Lisa suspiró, tomando valor, aquel que la alfa estaba poniendo en ella de forma inconsciente.

—No sé quién eres y no tienes por qué hablar sobre temas que no te incumben. Así que-... —intentó pasar, pero fue halada para atrás nuevamente.

—Mira —la miró despectivamente de arriba hacia abajo, con desprecio—, Lisa, si no sabes sobre quien soy es porque andas de estúpida por los pasillos. Soy Lee HyeRi, una de las omegas más populares por aquí. De verdad es que no entiendo cómo es que realmente no sabes de mí —soltó una risa burlona—. En fin, solo quería comprobar si es cierto lo que estuvieron diciendo.

La castaña frunció el ceño. Los rumores sobre la vida personal de los demás corrían a una velocidad más rápida que el de la luz.

—Pues no sé de qué hablas. Sigue buscando a quien te cuente sobre vidas ajenas, por lo que veo no tienes otras cosas mejores que hacer.

—Ten mucho cuidado con la forma en que me hablas, omega de pacotilla —gruñó, intentando tomarla del brazo—. Ambas sabemos muy bien con quien encaja mejor Park y esa obviamente no eres tú. Estás perdiendo el tiempo, no creo que vaya en serio como dice.

—¿Y cuál es tu problema? —le gruñó de regreso, zafándose del desagradable toque de HyeRi—. Han pasado años y ella no se ha tomado ni la molestia de verte siquiera. ¿Crees que ahora va a dejarme para saber al menos tu nombre? Es a mí a quien busca y, si va a cortejarme o no, pues preocúpate, quizás tus métodos para rebajarte y coquetear no están funcionando.

Lee emitió un sonido agudo de indignación, tocándose dramática y exageradamente el pecho. Lisa pasó a su lado, empujándola en el proceso.

—Permiso, iré a ver a mi alfa. —habló con seguridad, dejándole en claro que la charla había terminado.

—Estúpida.

—Sí, lo que digas. Seré la estúpida que andará con la alfa más cotizada de toda esta universidad. —le sonrió con inocencia, para luego caminar con rapidez hacia la salida.

Al sentir el aire fresco, soltó un suspiro de alivio. Cubriendo su boca con ambas manos y sin creer lo acababa de suceder.

—Lo hice, realmente lo hice. —susurró, con un pequeña mueca victoriosa y orgullosa.

Por primera vez se había atrevido a darse su lugar y no había nada mejor que la sensación de saber que pudo ser capaz de ello.

—¡Hey, Lis! —el grito de Rosé la distrajo.

Y la omega la miró, apreciando a la alfa que estaba animándola a mostrarse con sinceridad y haciendo de ella alguien segura de sí misma.

Y la omega la miró, apreciando a la alfa que estaba animándola a mostrarse con sinceridad y haciendo de ella alguien segura de sí misma

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la princesa y la plebeya. | chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora