11 : charla.

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—Y bueno, creo que ya podemos hablar cómodamente. —sugirió Sandara.

Ambas estuvieron comiendo tranquilamente. Luego de ello, la omega mayor terminó por lavar todos los utensilios y platos usados. Ahora mismo se encontraba sentada en el gran sofá, con Rosé a su lado luciendo cabizbaja.

La alfa dio un sonoro suspiro y levantó la mirada, justo en el momento exacto en el que su madre le brindó una cálida sonrisa.

—Puedes confiar en mí. Vamos. —la ánimo con paciencia, tomando la manos de su hija para transmitirle más confianza.

—Mamá, yo me estoy sintiendo demasiado extraña —repitió—. Mi loba comenzó a dominar mi cuerpo y no me gusta.

Sandara arqueó una ceja y emitió un pequeño sonido de labios para que prosiguiera.

—Y todo empezó porque... —frunció sus labios, no quería decirlo.

—Porque... —le incitó a que completara la frase.

—Creo que todo pasó por culpa de una omega —resopló fastidiada—. Mamá, fue por una omega.

—Pero no hay nada de malo en eso, cariño.

—Todo está mal. Yo no quiero absolutamente nada, yo no quiero ponerme así de rara. Incluso esto me generó una casi pelea con una alfa desconocida y una discusión con Somi. —se removió en un posible ataque de ansiedad.

Sandara fue más rápida y tomó suavemente el rostro de su hija en sus manos. Dándole leves caricias con los pulgares.

—Cachorra, mírame. —musitó con una dulce voz, propia de su instinto de omega maternal—. Tranquilízate, esto no puedo ir contra ti. ¿Está bien?

La de cabello lila colocó sus manos sobre las de su madre.

—Mi loba está fastidiándome, estoy en desacuerdo con lo que quiere y por eso me obliga a hacer cosas que no quiero. Está tomando el control de mí.

—Está saliendo a flote tu instinto natural de alfa, muchas veces pasa, Rosie. No tienes por qué alarmarte, aunque... —la miró fijamente—. ¿Dices que es a causa de una omega?

La alfa asintió varias veces.

—¿Podrías contarme lo que sabes de ella y lo que sientes cada vez que la miras?

Rosé soltó un profundo suspiro. De inmediato, sus orbes fueron decorados por un brillo especial y desconocido por su madre.

—Lo primero que pude sentir en ella fue su aroma... —incluso su voz cambió a una más suave y con cierto ápice de adoración. Su loba estaba reaccionando otra vez ante la mención de la omega—. Su dulce aroma a manzanas y caramelo.

—¿Dos aromas? —la loba de Sandara saltó con emoción. ¿Podía ser cierto?

Uh, sí. Dos olores que combinan a la perfección.

—¿Y qué pasa con tu loba cada que la miras o estás cerca de ella?

—Odio sentirlo, apenas han pasado tres días y lo único que mi alfa interna desea es estar el mayor tiempo con ella. Me reclama el porqué no hago nada para cortejarla, abrazarla y protegerla —frunció los labios—. Es como si sintiera que su aroma es lo único que puede arrullarme de manera tan perfecta como lo haces tú, mamá.

—Cariño, eso es más que suficiente. Eso es algo increíble y me pone demasiado feliz. —una sonrisa empezó a ampliarse en su delicado rostro—. Esa omega es tu-... —Rosé la interrumpió.

—¡No, mamá! —se exaltó, no pudiendo evitarlo—. No digas eso.

—Pero es la verdad, está más que claro. —tomó nuevamente sus manos para que no huyera—. Tu loba ha reaccionado ante el llamado de aquella omega, ha despertado tu instinto de alfa y por eso hace esto. Sólo está tratando de anunciártelo.

—No, no. Yo no quiero nada de eso.

—Escucha, tal vez tienes miedo de las nuevas sensaciones que estás teniendo. Pero cariño, esto es parte de tu vida y no tienes por qué pensarlo demasiado.

—No quiero salir lastimada. —susurró.

Hey, no pienses en eso. Tu omega sería incapaz de hacerte algún daño. Ambas están creadas para amarse y protegerse ante cualquier obstáculo que se les presente.

—¿Y qué pasó con mi madre? —soltó inesperadamente, sorbiendo su pequeña nariz.

Sandara calló por unos instantes. Aquel tema ya no le afectaba, pero de cierta forma aquella alfa que alguna vez amó, le permitió vivir una de las etapas más hermosas de su vida, el poder tener una cachorro.

Sin duda fue una mujer que marcó su vida.

—Ella no tiene nada que ver aquí, cariño.

—Ella nos dejó, no le importó nada.

—Tu madre encontró a su pareja destinada, eso fue lo que pasó. —le explicó con lentitud—. A veces el destino nos juega una mala pasada, pero a la vez nos enseña y permite muchas otras cosas. Por ella es que te tengo a ti, Rosie.

—No debió irse.

—Fue su decisión, yo no podía obligarla a que se quedara y me amara falsamente. Eso tan solo nos hubiera dañado más. —suspiró—. Quizás su error fue no volver para poder verte otra vez, pero es que se sintió tan avergonzada de haber terminado nuestro lazo de esta manera. No hay que culpar a nadie.

—Tú la pasaste muy mal. —murmuró.

—Lo sé, amor, lo sé. Fue muy difícil superar algo como esto, pero después de todo, mi motivación para seguir fuiste y siempre serás tú. Ya dejé ir el pasado, un pasado que tenía que pasar de alguna u otra manera.

—Odio a las parejas destinadas.

—No digas eso. —negó con suavidad—. Encontrar a tu pareja destinada es la dicha más grande que la Diosa Luna puede concedernos.

—Pero lastima a los demás y eso a nadie le importa.

—Todo pasa por algo. La viva se trata de llorar y reír, aprender y errar, triunfar y perder. —sonrió por unos instantes—. Pero, Rosé, nada de esto es una coincidencia. Desde milenios, nuestro destino ya está escrito para cumplirse en algún momento.

—Mamá. —fue interrumpida por la omega mayor.

—Yo ahora estoy más que bien, cachorrita —una de sus manos se posaron en la tersa mejilla de Rosé—. No desperdicies la oportunidad de ser feliz con alguien más, con tu alguien especial que por fin ha llegado.

la menor miró fijamente a su madre, presenciando todo ese toque sutil y seguro con el que le hablaba.

—Deja lo malo atrás. Estamos juntas siendo una pequeña familia, nada más debe preocuparte. Ahora enfócate en lo que tu loba dictamine.

Rosé mordió levemente su labio inferior, las palabras de su madre siempre eran tan profundas que lograban calar muy dentro de ella. Dejándola con muchos pensamientos de por medio.

 Dejándola con muchos pensamientos de por medio

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la princesa y la plebeya. | chaelisaWhere stories live. Discover now