02.- París

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

02.- París

Juleka se desperezó en la cama. Se sentía descansada, como si hubiera dormido una semana entera. Revisó la hora en la pantalla del móvil, no era tan tarde como esperaba, apenas eran las diez de la mañana. Barajó la idea de dar media vuelta y seguir durmiendo, pero la notificación de un mensaje de Rose llamó su atención. Se sentó en la cama y desbloqueó la pantalla para poder leer:

¡Juleka! ¡Por fin has vuelto!
La Capitana me dijo que aterrizabais anoche, pero que no sabía la hora, que había retrasos por el temporal de lluvia sobre París. Me habría gustado estar ahí para recibirte 💖
Tengo muchas ganas de verte. Creía que no me dirías nada y estaba un poco triste. ¡Suerte que me he equivocado!
Cuando te despiertes o te apetezca me dices algo y nos vemos. Descansa, debes de estar agotada.

Al parecer ella también se había equivocado al pensar que, tal vez, no querría verla, que la había borrado del todo de su vida. Abrió la ventana de su cuarto y salió dispuesta a desayunar. Su madre y su hermano charlaban animados sentados en la barra de la cocina, la saludaron llenos de energía mientras se preparaba unas tostadas y se servía un vaso de zumo de melocotón. La rutina tan familiar la hizo sentir cómoda y en casa al fin, como si ya pudiera bajar la guardia de manera definitiva y nada malo pudiera volver a ocurrirle jamás.

—Tu hermano me estaba contando que os lo habéis pasado muy bien paseando por todo el mundo.

—Ha estado bien —contestó tímida contra el borde del vaso—. Hemos hecho muchas cosas y papá nos ha enseñado sitios extraños.

—Y poder pisar tantos escenarios diferentes ha sido genial —añadió Luka.

Había sido extraordinario, pero aún no había acabado de asimilarlo y tenía otras cosas en la cabeza. Aún y así, se esforzó por mantener aquella conversación con su familia y permanecer atenta y comunicativa. Su madre la felicitó por lo cambiada que estaba. Sintió que todas las noches de lágrimas y los ataques de pánico había servido para algo más que para destrozarle los nervios y robarle el sueño.

Dos años era mucho tiempo, aunque el Liberty no había cambiado demasiado, tal vez estaba algo más ordenado, pero seguía siendo caótico y eso la hacía sentir más tranquila.

Estuvo pensando en una buena manera de decirle a su madre que quería salir para ver a Rose, sin embargo, ella se le adelantó diciéndole que debería llamarla, que había estado preguntando por ella casi a diario y que sabía que había vuelto a casa. Aprovechó la oportunidad y le pidió verse por la tarde después de comer, Rose aceptó prometiendo llevarla a una cafetería fantástica que habían abierto hacía unos meses y que le encantaba.

Se puso ropa cómoda y sencilla, algo totalmente opuesto al vestuario que Jagged le había regalado para los escenarios, y se aventuró a las familiares calles de París. Descubrió dos cosas durante el trayecto hasta el punto de encuentro con Rose. La primera, que la ciudad había cambiado bastante. La segunda, la más molesta, que ya no era una persona anónima. Ella no era como Jagged, nunca desataría aquel furor entre la gente, pero había despertado el interés de algunos paparazzis que se escondían sin éxito y que no esperaba encontrarse en París.

Vio a Rose, unos metros más adelante, con sus cortos cabellos rubios, los ojos azules grandes y vivarachos, con una sonrisa iluminándole el rostro al verla, tan bonita como siempre.

Sintiéndose mal, pasó de largo dejándola atrás, se sacó el móvil del bolsillo y le envió un sencillo «me están siguiendo» que esperaba evitase que se hiciera una idea equivocada. El móvil vibró en su mano al recibir la ubicación del lugar al que quería llevarla. Juleka se dirigió hacia allí sin sentirse demasiado segura de si era una buena idea. Las verían juntas, se desatarían los rumores y ella no quería que nada de eso alterase la plácida vida de Rose.

Cruzó la puerta acristalada y echó un vistazo al local. Había algunas mesas al fondo, una de ellas quedaba casi oculta detrás de la barra, si se sentaba en la silla que estaba pegada a la pared no podrían verla desde la calle, aunque lograsen entrever la espalda de Rose. Caminó deprisa y se sentó, respirando aliviada al sentirse a salvo y resguardada. Le envió un nuevo mensaje a Rose para decirle en qué mesa la esperaba y ella le contestó que tuviera un poco de paciencia, que tardaría un rato en reunirse con ella. Pidió un refresco y esperó revisando sus redes sociales hasta que la silla frente a ella se movió.

—Toma, métete en el lavabo —susurró ofreciéndole una bolsa de papel de la panadería de los Dupain-Cheng.

—Rose...

—Venga, date prisa.

Cogió la bolsa tragándose todas las preguntas que quería formularle y se encerró en el lavabo. A solas, la abrió para descubrir algo de ropa colorida, zapatos, unas gafas de sol y una gorra. Era el tipo de ropa y complementos que nunca usaría por voluntad propia. Sonrió al entender la idea, si no podían relacionar las prendas con ella podría pasar inadvertida cuando saliesen de la cafetería. Al menos eso esperaba.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Juleka descubriendo que la fama no puede esquivarse, aunque no estés encima de un escenario.
Mañana más.


Seulement des chansons d'amourWhere stories live. Discover now