12.- Juego infantil

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

12.- Juego infantil

Juleka estuvo pensando en su conversación con Penny, en el modo de volver a conocerse. La primera vez eran unas niñas por lo que el intercambio de información fue sencillo y estuvo propiciado por la curiosidad. Ahora las cosas no eran tan fáciles. Los tabús sociales, los complejos y las inseguridades habían alzado en ellas las mismas barreras que en el resto de adultos. Estaba dispuesta a derribar las suyas para que Rose pudiera hacerlo con las propias.

Le envió un mensaje para verse al día siguiente. Ella le contestó que tenía que trabajar, pero que salía a las tres por lo que podían ir a merendar. Le pareció una buena idea.

Por la mañana, disfrazada de otra persona, pasó a visitar a Marinette para poder devolverle la ropa que le había prestado a Rose. Charlaron un rato, Marinette la felicitó por cómo había cambiado durante aquella gira. Regresó a casa para la hora de comer.

La idea de que todo el mundo prefería a la nueva Juleka a la antigua empezó a pesarle. De adolescente no era la más habladora y desde luego no era nada abierta, pero siempre se había preocupado por sus amistades, lo había dado todo por ayudarles y, aún y así, parecía que no fue suficiente para nadie. Ese sentimiento se enredó en su garganta atando un nudo asfixiante que casi había olvidado por completo.

Intentó dejar eso a un lado, se caló la gorra y salió a la calle para encontrarse con Rose. Habían quedado en Trocadero, tuvo que esperarla, pero no le importó. La recibió con una sonrisa frágil en los labios sintiendo que había perdido toda su seguridad.

—Lo siento mucho —musitó Rose alegre como siempre—. A última hora han convocado una reunión y no podía escapar.

—No pasa nada.

—¿Quieres que vayamos al mismo sitio del otro día?

—No, he encontrado otro sitio cerca de la plaza de los Estados Unidos.

Rose la siguió. No conocía nada interesante por allí, solía moverse por otra parte de la ciudad a causa del trabajo. Ya no podía ir de un lado a otro como cuando era niña y lo echaba de menos. Se sorprendió al ver que era una crepería bastante pequeña. Se acomodaron cerca de los ventanales.

—No te preocupa la prensa —susurró para que no pudiera oírles nadie.

—No me han seguido, el rato que he estado parada en Trocadero me ha servido para comprobarlo.

Rose sonrió aliviada. Esperaba que eso sirviera para que Juleka estuviera más relajada que el primer día.

—Pide lo que quieras, invito yo.

—No puedes invitarme siempre.

—Invitas tú el próximo día si quieres, pero hoy pago yo.

Juleka había pagado el primer día, pagó la comida en el Liberty e iba a pagar de nuevo. No le parecía justo.

Pidieron un par de crepes y unos batidos y cuando lo tuvieron todo sobre la mesa Juleka le ofreció un papel doblado por la mitad. Lo miró con curiosidad sin atreverse a alzarlo y desdoblarlo.

—Han pasado dos años —musitó Juleka—. Hemos cambiado. Volvamos a empezar.

Los dedos de Rose se decidieron a tomar el papel. Era una lista de preguntas absurdas que la hicieron reír.

—Tomémoslo como un juego, sugirió.

—De acuerdo. Primera pregunta, ¿con qué pie te levantas de la cama? —inquirió Rose riendo.

—Con los dos.

—¡Yo con el izquierdo! Como siempre, si no me chocaría contra la pared.

—Segunda, ¿qué te pones primero, la camiseta o los pantalones? —leyó.

—Pantalones.

—Pantalones.

—¡Tercera! ¿Cantas en la ducha?

Juleka sonrió, contestaron al unísono:

—Sí.

Era un juego infantil y tonto, pero les sirvió para romper aquella sensación de incomodidad y extrañeza. Acabaron riendo y abandonando la lista para hablar con más soltura, estancándose de vez en cuando, pero logrando volver a avanzar sin que se volviera raro. Intercambiando experiencias, celebrando los pequeños logros de ambas, redescubriéndose con paciencia sin llegar a tantear el plano más personal. Juleka no quería abordar aquella parte de la vida de Rose por el momento, de hecho, prefería que fuera ella quien sacase el tema.

Rose le explicó que trabajaba en una oficina a media jornada compaginándolo con sus estudios. Juleka se había acostumbrado a estudiar online, la idea de volver a pisar un aula la puso nerviosa.

—Supongo que Vivicia y tú os habréis hecho buenas amigas.

—Estudiábamos juntas, pero poco más.

—¿Qué? ¿De verdad?

Su sorpresa parecía genuina, Juleka se inclinó hacia adelante apoyando los codos sobre la mesa.

—Sí, ¿por qué te sorprende tanto?

—No sé, pensaba que ha sido con ella con quien te has sincerado durante este tiempo —musitó encogiéndose de hombros—. Sólo es dos años mayor que nosotras, creía que...

—En realidad, con quien más tiempo pasaba era con Penny.

—¿Penny?

—Me ha ayudado a estudiar, me ha escuchado y ha estado a mi lado.

—Y es la pareja de tu padre.

—Estoy contenta por ellos, hacen buena pareja.

Rose asintió, se atrevió a rozar sus dedos sobre la mesa.

—Si es tan importante para ti me gustaría conocerla mejor.

—El sábado papá y ella vendrán al Liberty. Podemos quedar para ensayar.

—¡Sí! ¡Me gustaría mucho!

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Ayer no pude actualizar porque salí de trabajar tardísimo, así que aquí dos dejo el capítulo doce y si me da tiempo subiré el de hoy también.
Mañana más.


Seulement des chansons d'amourWhere stories live. Discover now