19.- Casa segura

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

19.- Casa segura

No sabía a dónde ir. Llevaba algo más de una hora dando vueltas por las calles de París. Estaba enfadada, estaba triste, estaba dolida. No quería volver a casa, pero tampoco quería estar en la calle.

Cruzó el Sena pasando de largo su casa y avanzó ausente, sin rumbo, sólo por seguir caminando, sólo por seguir avanzando.

Tenía ganas de llorar, pero las lágrimas se negaban a humedecer sus ojos, estaban atascadas en su garganta amenazando con asfixiarla. Se sentía como la Juleka que fue, insegura, sola, incapaz de expresarse en voz alta, perdida en la frontera de quién era y quién era capaz de exteriorizar que era.

No fue consciente de que metía las llaves en la cerradura del portal, ni de que subía las escaleras con paso cansado, el sonido del timbre, que ella misma había tocado, la devolvió a la realidad ante la puerta que se abrió silenciosa.

—Juleka, cariño. ¿Estás bien? Estás temblando. —Jagged se hizo a un lado para dejarla entrar, pero ella no lo hizo. Enredó los brazos en su cintura y enterró la cara en su pecho—. ¿Qué te pasa, cariño?

En cuanto los dedos de Jagged le acariciaron el pelo el nudo de su garganta se aflojó y las lágrimas acudieron a sus ojos para mojarle las mejillas.

—Ven, entra, cariño. Vamos a sentarnos.

—Jared, ¿quién...? Juleka. ¿Ha pasado algo?

—Penny, ¿puedes prepararle algo caliente?

—Sí, claro, en seguida.

Jagged la ayudó a acomodarse en el cómodo sofá de la sala de estar, le ofreció una caja de pañuelos de papel y le frotó la espalda con suavidad mientras lloraba desconsolada. Él no era muy bueno en eso de reconfortar a mujeres adolescentes, pero no quería que Juleka creyese que no le importaba o que era frío con ella, así que le susurró que no pasaba nada y que no estaba sola. Se sintió aliviado cuando Penny entró con una humeante taza de manzanilla en la mano y la dejaba sobre la mesa.

—Os dejaré solos.

—¡No! —rogó Juleka aferrándose a la manga de su chaqueta de punto—. Quédate conmigo, Penny.

La mujer se sentó a su lado y le permitió refugiarse entre sus brazos.

—¿Quieres que os deje hablar a solas, cariño? —preguntó Jagged consciente de que había cosas que se sentía más cómoda hablándolas con Penny—. Estaré aquí al lado si me necesitas.

Juleka asintió despacio. Él se puso en pie, la besó en la coronilla y acarició la mejilla de Penny antes de dejarlas a solas.

—¿Qué ha pasado? ¿Has discutido con tu madre?

—Con Rose. Bueno, yo he discutido, ella no ha dicho mucho.

—Explícamelo, te escucho.

—Es idiota —farfulló molesta—. Dice que me dejó para que fuera libre, por si conocía a alguien. Iba a trabajar, no a conocer a gente... Decidió ella sola sobre algo que era de las dos. Y estoy furiosa. Me siento mal. Me siento traicionada. No puedo perdonarla.

—Te entiendo, Juls. Pero también la entiendo a ella. Y no quiero decir que lo ha hecho bien, porque es evidente que no eligió el mejor modo de hacerlo —contestó Penny sin aflojar el estrecho abrazo—. Sé que ibas a trabajar, pero imagina por un momento que hubieses encontrado a alguien que te atrajese o gustase, por ejemplo Vivicia, ¿qué habría pasado?

—¿Qué?

—Sé lo que significa Rose para ti y también lo que tú significas para ella. Sé que te habrías censurado a ti misma pensando en ella. Entiendo que Rose no quisiera que eso pasase, que prefiriera que pudieses estar tranquila si te enamorabas de otra persona.

»Cariño, sé que no pensabas que pudiera ocurrir y que no ha pasado, pero esa posibilidad siempre está ahí.

»Pero sí, tendría que haberlo hablado contigo. Haberte explicado el por qué, ayudarte a entenderlo para que no te sintieses tan mal. Se equivocó, aún erais unas niñas, Juleka.

»Tienes todo el derecho del mundo a estar enfadada. Pero tenéis que hablarlo.

—No sé si quiero volver a hablar con ella nunca.

Penny la soltó despacio y atrapó su rostro entre las manos. Tenía los ojos húmedos y enrojecidos de llorar igual que las mejillas y la punta de la nariz.

—Eso no es verdad y lo sabes. ¿Cuántas noches me hablaste de Rose y de las ganas que tenías de volver a verla? Estabas deseando volver a París para reencontrarla. ¿Pretendes que crea que eso ha cambiado?

—No lo sé.

—Estás herida, pero la quieres. Ahora mismo no estás pensando con claridad.

La mujer tomó la taza humeando de encima de la mesita y se la ofreció. Sus dedos se enredaron alrededor de la porcelana caliente.

—Tómatelo mientras está caliente, te sentará bien.

—Me ha invitado a cenar para decirme eso —susurró.

—¿Sólo para eso? ¿O no te has quedado para oír el resto?

—Después de decirme eso no he querido oír el resto. No sé, no podía oír nada más.

Jagged se asomó con curiosidad, cuando llevaban ya más de dos horas hablando. No tenía intención de entrometerse, sólo quería asegurarse de que estaba más tranquila, le preocupaba. Los ojos de Juleka se fijaron en él, se puso en pie y se le acercó para abrazarle con afecto. Se la veía mucho mejor.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, papá. Siento haber venido a molestar.

—¡Venga ya! No molestas, esta es también tu casa.

—Le decía a Juleka que es tarde y que puede quedarse a dormir si quiere. Podemos ver una película antes de acostarnos.

Jagged asintió, no le parecía un mal plan y estaba de acuerdo en que era tarde para volver hasta el Liberty, aunque no quedase demasiado lejos.

—Llamaré a tu madre para avisarla, ¿te parece bien?

—Sí, gracias —musitó.

Penny se colocó a su lado, rodeó sus hombros con el brazo, a lo que Juleka respondió apoyándose contra ella.

—Vamos a prepararte la habitación antes de elegir película.

Las observó alejarse por el pasillo. Tenía que llamar a Anarka, ya le había enviado un mensaje para que supiera que estaba allí con ellos, la tranquilizaría y le aseguraría que la tendría de vuelta por la mañana.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Una de lazos familiares para hoy. Con esto empezamos a encarar el final.
Mañana más.


Seulement des chansons d'amourWhere stories live. Discover now