14.- Amigas

26 2 0
                                    

Juleka se disfrazó de nuevo. Era algo que le molestaba tener que hacer, pero era mejor que tener a un ejército de fotógrafos pegados a sus talones. Empezaba a darse cuenta de que tendría que haberle hecho caso a su padre y elegir un aspecto diferente al suyo para subirse al escenario. Ya era tarde para eso, no había vuelta atrás. Sólo esperaba que Penny tuviese razón y acabasen aburriéndose de ella al no contestarles ni darles nada.

Al llegar al punto de encuentrro vio a Alix que ya esperaba sentada en el bordillo de la fuente. Sin sus patines parecía una persona diferente. Juleka se sentó a su lado.

—¡Y yo que había traído velas para invocarte! Parece que no las voy a necesitar. —Rió y la abrazó con fuerza—. ¿De qué vas disfrazada?

—De otra persona —musitó con amargura.

—Bueno, tienes suerte, a ti todo te queda bien —contestó Alix dándole palmaditas en el hombro a modo de consuelo—. Con ese cuerpo de modelo que tienes. Menuda envidia.

La estilista que había contratado Jagged para que les ayudase a Luka y a ella le había dicho lo mismo, que tenía cuerpo de modelo. Ella siempre se había visto demasiado delgada y con pocas curvas, no le gustaba especialmente su cuerpo.

—Oye, vimos algunos conciertos juntas y fue una pasada. No sabía que pudieras tocar así, siempre te he visto de fondo. Me alegró verte destacando al lado de Jagged.

—Él insistió mucho. Modificó partituras para que el bajo tuviera más peso.

—Pues me alegro. Era triste verte siempre como una sombra.

Iba a preguntarle qué quería decir, pero la llegada de Kagami la interrumpió.

—Pensaba que sería la primera en llegar —soltó con aquel tono firme con un punto seco.

—He salido antes del trabajo y he venido dando un paseo para hacer tiempo —explicó Alix.

—Yo quería asegurarme de que no me había seguido nadie.

—Bueno, todas sabemos quién será la última.

Juleka y Alix rieron antes de contestar al únisono:

—Marinette.

Porque era despistada, siempre se entretenía con cualquier cosa y acababa teniendo que correr para llegar casi una hora tarde. Aún y así, Marinette era una amiga valiosa e imprescindible para todas ellas.

Rose fue la siguiente en llegar, se sentó al lado de Juleka. Sus hombros se rozaron, ninguna de las dos hizo nada por romper aquel suave contacto. Unos minutos después Mylène, Zoé y Alya se les unieron. Ya solo quedaba una persona por llegar: Marinette.

Hubo besos y abrazos para darle la bienvenida, todas se pronunciaron sobre su extraña indunentaria y se vio obligada a explicarles que no quería que la reconocieran, que el primer día la habían seguido unos paparazzis.

Juleka se dio cuenta de que Zoé evitaba a Rose, se sintió culpable por ello. Le había asegurado que no había ningún problema con eso, pero parecía ser que no estaba del todo convencida. Tampoco le pasó desapercibido el hecho de que Rose evitase mirar a Zoé. Se preguntó qué les pasaba, qué era lo que se estaba perdiendo y cómo podía solucionarlo, si es que podía hacerlo.

—¡Lo siento! —gritó Marinette tropezando con sus propios pies y logrando mantener el equilibrio milagrosamente—. ¡Llego muy tarde!

—Sólo han sido veinte minutos, chica, nos tienes acostumbradas a esperar bastante más —contestó Alya con humor.

Hizo una mueca, paseó la mirada por sus amigas que reían y se detuvo sobre Juleka.

—¿Qué?

—La ropa —soltó moviendo las manos—, es...

—¿Horrible?

—¡No! Pero no te pega nada.

Las manos de Marinette se cerraron en torno a su muñeca y la arrastraron unos metros para poder hablar a solas. No quería que Juleka se sintiera incómoda o infantilizada con lo que iba a decirle.

—Luka me ha explicado el problema de imagen que tienes por eso de subir al escenario con tu ropa normal —susurró y miró por encima del hombro de su amiga para asegurarse de que las demás no se movían del sitio—. Puedo ayudarte con eso. Podemos encontrar ropa que te guste, te resulte cómoda y a la vez te sirva para pasar desapercibida. Estoy preparando una colección nueva más oscura y con un aspecto rebelde.

»Bueno, si quieres, claro. Me gustaría mucho poderte ayudar con esto. Si no quieres no pasa nada.

—Ah, gracias.

La había sorprendido. La ropa que hacía Marinette le gustaba, era cómoda y su tacto sobre la piel agradable. Sentía que se adaptaba bien a su cuerpo y respondía a sus movimientos como una segunda piel.

—Si te interesa pasa por mi casa cuando quieras y vemos qué podemos hacer, ¿vale?

—Gracias —repitió y la abrazó. Marinette era una buena amiga, siempre estaba allí para ella—. Muchas gracias.

Regresaron junto a las demás dispuestas a pasar un buen rato entre amigas sin pensar en nada más que no fuera ponerse al día y reír. Ya habría tiempo para preocupaciones y problemas amorosos.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Ya tenemos a todas las chicas reunidas y casi hemos llegado al ecuador.
Mañana más.



Seulement des chansons d'amourWhere stories live. Discover now